Como en el río de Heráclito, los políticos argentinos se bañan en sus aguas fluyentes y cambiantes, aunque por un cauce invariable. Eso parece si se toman en cuenta los aprestos legislativos de medio turno, que darán impulso a la renovación presidencial del 2015: existen fuerzas de centro, derecha e izquierda, pero la lucha por el poder efectivo se da dentro del peronismo, un componente infaltable en el país desde hace más de 65 años.

Con perspectivas adversas en varios de los principales distritos (Capital Federal, Córdoba y Santa Fe), el kirchnerismo se concentra en la provincia de Buenos Aires, donde hay expuesta una batalla entre intendentes, con dos cabezas de lista de características similares a pesar de que, en esta coyuntura, se alistan en trincheras distintas.

Se trata de gestores de discurso amigable. Por el oficialismo va Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora. Por la oposición ("con los brazos abiertos a sectores radicales, vecinalistas, del PRO y del mundo sindical, de los jubilados, del empresariado y del campo"), Sergio Massa, de Tigre, exjefe de Gabinete y de la Anses.

El desafiante Massa, hasta aquí primero en las encuestas para las PASO del 11 de agosto, es quien más se ciñe al relato conciliador y cercano "a la gente", que pone el acento en la lucha contra la inseguridad y la inflación y le dice no rotundo a la re-reelección.

Insaurralde, con el apoyo militante del gobernador Daniel Scioli, otro componedor que no abjura de su pretensión de ser el heredero de una empresa que acompaña desde el 2003, no puede transitar a poca velocidad, ya que la conductora del espacio, la presidenta Cristina Fernández, le imprime a la campaña un ritmo intrépido.

"El que quiera encarar un proceso de cambio tendrá que enfrentar intereses corporativos anclados. Las instituciones no son nunca neutrales... en algún momento un programa popular choca con el orden institucional vigente", sostuvo Ernesto Laclau, inspirador del gobierno K.

Por eso, emulando con atrevimiento palabras del papa Francisco durante su histórica visita a Río de Janeiro cuando instó a "hacer lío" fuera de la Iglesia, Cristina pidió "custodios" y "predicadores del modelo" para que "no se nos venga la noche".

En la etapa electoral vale todo. Acorralada por las imprevistas denuncias del CELS contra el jefe del Ejército, César Milani, la presidenta ordenó sacar del Congreso el tema del ascenso a teniente general y posponer su tratamiento, junto con el resto de los militares, hasta diciembre. "No aceptaré el linchamiento mediático", advirtió.

Mientras, continuarán las investigaciones que abrieron un surco en las organizaciones de derechos humanos. Estela de Carlotto, de Abuelas de Plaza de Mayo, en discrepancia con el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, de Madres Línea Fundadora, ratificó su confianza en lo que haga Cristina y compartió las expresiones de Milani en el sentido de tener Fuerzas Armadas consustanciadas en democracia con un proyecto "nacional y popular".

No fue casual en consecuencia que, "enamorada de los hechos, de los resultados", la presidenta haya anunciado acompañada por sindicalistas (entre ellos Antonio Caló y Ricardo Pignanelli) no sólo un aumento del 25% en el salario mínimo sino el reintegro del impuesto a las Ganancias del aguinaldo de la primera mitad del año.

El "te doy si me das" entre Mauricio Macri y Massa ha originado confusiones que los protagonistas tratan de salvar afirmando que el cometido esencial es "ponerle un límite al autoritarismo". Hay algunos acuerdos y la firme decisión de dejar la puja personal por el 2015 para más adelante, pero no faltan los dirigentes que meten cizaña.

El incordio entre ellos fue bien recibido en la Rosada que, además, dejó trascender que "no es necesario que nos ocupemos nosotros de Massa, si las falencias en Tigre se conocen en detalle por manifestaciones del Frente Amplio Progresista y de Francisco de Narváez". Ésa sería la razón por la que los ultra-K han sido relegados a un segundo plano.

La discusión transita por carriles absurdos. El viernes, después de sufrir piquetes de un pequeño grupo de municipales bonaerenses y la resistencia de los metrodelegados del subte a operar los convoyes en estaciones inauguradas ese día, Macri demandó aclaraciones de Massa: "La gente me pregunta: ¿es o no de los nuestros?".

Para este dilema Beatriz Sarlo tiene respuesta. Sin arriesgarse a sostener que se está frente a un fin de ciclo, la ensayista no descartó que cierto ideario de Cristina se prolongue en el tiempo, obviamente que dentro del peronismo que el intendente de Tigre trata de capturar.

"Massa –explicó– es el típico demagogo que dice lo que la gente quiere escuchar. No propone ni discute. Toca el hit del momento. No es el único, pero es el que le puede matar el punto a Macri. Por ahora le va robando a la estructura K, como Néstor Kirchner le robó a la estructura duhaldista... así el peronismo, que tiene una enorme extensión y penetración territorial, se va reconfigurando con otros maquillajes".

Las atenuadas variantes de Scioli o Massa se ven distorsionadas ante la polarización que plantea Cristina cuando recita que "la vida consiste en elegir" y encuentra en la otra vereda grupos que rechazan profundamente al kirchnerismo, hasta con odio.

Pronosticando que el oficialismo alcanzará un 38% en todo el país, en octubre, Laclau observó que la presidenta "está muy determinada a llevar adelante su plan y no dejarse apartar de ruta. Sin confrontación no hay política, el consenso en estado puro lleva a la despolitización general".