Ni convocan a comicios internos para consagrar listas ganadoras de candidatos y repartir, con mayor o menor generosidad estatutaria, espacios a exponentes de las minorías.

Devaluadas las siglas del Partido Justicialista (PJ) y de la Unión Cívica Radical (UCR), se fueron produciendo múltiples desprendimientos que alumbraron organizaciones y/o alianzas con fuerte impronta personal y curso similar al de una montaña rusa. Así, pudo verse en el apogeo a e-radicales como Ricardo López Murphy y "Lilita" Carrió y a dirigentes que constituyeron el Frente País Solidario (Frepaso), como Carlos "Chacho" Álvarez, José Octavio Bordón, Graciela Fernández Meijide y Aníbal Ibarra.

Hoy existe una suerte de atomización, donde sobresalen como fenómenos locales Propuesta Republicana (PRO), de Mauricio Macri, en la capital federal, y el Partido Socialista, de Hermes Binner, en Santa Fe.

Pero, lo cierto, es que con la implementación de las PASO (las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias que tendrán un nuevo e imperfecto capítulo el próximo 11 de agosto), en lugar de resolverse las cuitas domésticas dentro de las agrupaciones, se trasladó el pleito a la ciudadanía, en una especie de antesala a la elección de legisladores, prevista para el 27 de octubre.

El gran revoltijo termina, objetivamente, favoreciendo al movimiento peronista, en cuyo seno se transita por izquierda, derecha y centro, con igual desparpajo. Hay un antecedente que señalizó el camino, tras la crisis terminal de 2001 y que catapultó en helicóptero de la Rosada a Fernando de la Rúa: el Congreso del PJ, de Lanús, en 2003, donde Eduardo Duhalde, para cerrarle el paso a Carlos Menem, clausuró la disputa puertas adentro y la colocó en el plano general. Néstor Kirchner terminó consagrado con poco más del 22 por ciento de los votos, tras la deserción del balotaje del riojano Menem, en una puja de la que también tomó parte el puntano Adolfo Rodríguez Saá.

Por eso no resulta extraño que, con la presidenta Cristina Fernández como eje del kircherismo que administra los destinos del país, el principal reto a su pretensión hegemónica irradie desde dos disidencias peronistas más o menos rupturistas.

Francisco De Narváez, figura entre los que se declara "harto de los atropellos de ella", en sintonía con el mandatario de Córdoba, José Manuel De la Sota y el titular de la CGT rebelde, Hugo Moyano, quien planificó para mañana un paro general de camioneros en reclamo de la eliminación del impuesto a las ganancias.

El exjefe de gabinete y actual intendente de Tigre, Sergio Massa, se animó y produjo un hecho novedoso: atrajo a hombres y mujeres ignorados por el cristinismo a la hora de tomar decisiones, y abrió la participación a duros críticos del "modelo", aunque con la premisa de evitar la nociva lógica de amigo-enemigo.

Es que Massa aboga por resguardar conquistas sociales de estos años y propone cambiar lo que está mal, pero por ahora se cuida de ser demasiado explícito. Seguramente, las circunstancias lo obligarán a no ser tan tibio.

Ya se mostró generoso con quienes venían tejiendo sin éxito entramados por otros lares. De hecho, Macri, quien sigue controlando las riendas en la metrópoli porteña pero no pudo penetrar en provincia, afirmó que sufragaría por Massa, si pudiera. Es que el tigrense, escoltado por intendentes exitosos del conurbano, no lo dejó a la intemperie y le dio espacio a hombres y mujeres que le responden a su primo Jorge, y a los alcaldes de San Isidro, Gustavo Posse, y de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino.

Según confiaron fuentes sindicales fidedignas, Massa estuvo a punto de lograr que el gobernador Daniel Scioli, se sumara a la patriada para desbancar a Cristina. "Si se hubiese concretado, nos asegurábamos el 70 por ciento, pero Daniel demostró no tener pelotas", confió en una reunión Héctor Daer, del gremio de la sanidad, ahora candidato a diputado nacional de Massa.

El ex-campeón de motonáutica, que de vituperado pasó a ser ensalzado por el kircherismo de paladar negro, tendrá un papel estelar en la campaña, junto con la presidenta, en auxilio del primer aspirante, el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, de perfil parecido al de Massa.

El posicionamiento en el peronismo, dado que constitucionalmente a priori Cristina no está habilitada a ir por la re-re, va ubicando a los competidores a la sucesión de 2015. Massa pretende ser lo que le niega Moyano: un "peroncito". Scioli, espera que la fruta madura le caiga naturalmente a su boca. Más rezagados, en el pelotón, vienen el chaqueño Jorge Capitanich y el entrerriano Sergio Urribarri.

Sin embargo, es un escenario irritable (al que contribuyeron ferroviarios de La Fraternidad con su paro salvaje que dejó de a pie a casi un millón de pasajeros, y el enfrentamiento del Ejecutivo y la Corte), el dato clave surgirá del pronunciamiento ciudadano.

Con números que indican una recuperación económica, aportados por la consultora Poliarquía, se le escuchó decir a uno de los pocos que accede al despacho presidencial e integra la mesa chica de asesoramiento: "Si rozamos el 45 por ciento, vamos por más".