La Asamblea Federal debe elegir al candidato del gobierno, Christian Wulff, un hombre colocado por la Canciller Merkel para intentar sembrar la concordia en su maltrecha coalición.
Merkel prefería a su Ministra Ursula von der Layen, pero, aunque el Presidente pinte muy poco, dos mujeres al frente de Alemania, y ambas protestantes, era demasiado para los patriarcales socios bávaros de la coalición. Wulff, un católico bien peinado de 51 años de edad que sería el yerno ideal si no fuera porque se divorció, tiene muchas ventajas. Es un barón de la CDU, Presidente de Baja Sajonia, un posible delfín de Merkel al que la presidencia aparta del camino. Dentro de la CDU es un conservador, lo que agrada a ese sector del partido que murmura contra Merkel, y, sobre todo, está bien visto por los liberales, lo que puede cohesionar la coalición que pasa por horas muy bajas.
En la calle el candidato oficial no levanta pasiones y algunos dicen que en su presidencia de Alemania será como una especie de presidente honorífico de la CDU, una presidencia partidista. La verdad es que tampoco el olvidado Köhler ejerció mucho de "conciencia crítica" de la nación, papel que algunos atribuyen al Presidente de Alemania y que algunos titulares ejercieron de verdad en el pasado. La prensa ha presentado el escenario, poco probable, de que Wulff no pase en la votación de hoy en la Asamblea.
El candidato "alternativo" presentado por socialdemócratas y verdes es el teólogo y ex disidente de la RDA Joachim Gauck, de 70 años de edad, una personalidad con más carisma y mucho mas popular que Wulf, pero políticamente no muy diferente.
Gauks es un liberal anticomunista. En 1999 su nombre fue barajado como candidato de la CDU. Antes, ese perfil le valió ser puesto al frente de los archivos de la Stasi, un cargo sensible. Hoy es miembro de la Asociación "Atlantik Brücke" destinada a fomentar la amistad con Estados Unidos, y de la "Deusche Nationalstiftung", una fundación de propósitos neoliberales. Gauck apoyó el recorte social iniciado por el Canciller Schröder y sostiene la campaña militar en Afganistán, dos puntos esenciales que le convierten en un candidato institucional de toda confianza para el establishment político-económico alemán. En 1998 fue el autor del prólogo de la versión alemana del "Libro Negro del Comunismo". En aquella contribución Gauck puso en duda la actual frontera oriental de Alemania, marcada por los ríos Oder y Neise desde 1950 y apoyaba las reclamaciones de los millones de alemanes que fueron deportados de las zonas orientales del Reich que pasaron a la URSS, Checoslovaquia y Polonia.
Gauck es también un exponente de la equiparación de nazismo y comunismo. Críticos como la escritora Daniela Dahn ven en esa equiparación, "una frívola relativización de los crímenes del nazismo" y apunta que la improbable elección de Gauck como Presidente complicaría las relaciones con Polonia. Para socialdemócratas y verdes, la candidatura de Gauck supone un guiño institucional de distanciamiento y rechazo de los dos partidos hacia el escenario de un hipotético gobierno tripartito con Die Linke, la formación que agrupa a socialdemócratas de izquierdas del oeste de Alemania y postcomunistas de la ex RDA, que no quiere ver a Gauck ni en pintura. Die Linke presenta testimonialmente su propio candidato, la periodista Luc Jochimsen.
El Presidente de Alemania no se elije por sufragio universal, sino en una cámara especial de 1240 miembros llamada Asamblea Federal.
La Asamblea está compuesta por los 622 diputados del Bundestag y otros tantos representantes de los 16 estados federados del país, entre los que hay diputados regionales y personalidades civiles designadas por los partidos.
