En el origen fue América. Sus nombres y símbolos dominaban la fantasía del nuevo rico chino. En las urbanizaciones para los más pudientes todo se llamaba President, California, Palm Springs y VIP. La estética buscaba recrear la horterada de ultramar, la casa más lujosa y, ¿por qué no?, la del propio presidente de Estados Unidos. Fue la época en la que Huang Qiaoling, puesto 34 en la lista del 2001 de los más ricos del país, se hizo construir su propia Casa Blanca en Hanzhou, una réplica de la residencia presidencial de Washington que le costó diez millones de dólares. Otro magnate le emuló enseguida en Shanghai, construyendo, a una escala algo menor, una réplica del Capitolio.

"Los chinos, especialmente el grupo de los nuevos ricos, tienen sus propios sueños. No les gusta la agresiva política americana, pero sí el modo de vida americano", dice Xu Lin, ejecutivo de una compañía mediática. "Por eso - continúa- expresan esos sueños en un molde americano y luego los intentan adaptar a la realidad china".

"¿Realidades chinas?". Los atributos nacionales de la ostentación y el lujo asiático, están, desde luego, presentes por doquier, a veces en las combinaciones más estrambóticas. Mandarín, Emperador, Dinastía y todos los dragones posibles e imaginables figuran profusamente en la nomenclatura inmobiliaria del estilo nacional. Inaugurado en septiembre, el Paradise Island Hotel, en Harbin, incorpora 270 kilos de oro en lingotes incrustados en el suelo de la recepción. Su dueño, un promotor de Dalian, se ha gastado siete millones de dólares en el capricho. En Pekín acaba de abrir el "hotel más caro de China": 5.000 m ² para 20 clientes, 22.000 euros por noche, una cama de caoba con 999 dragones grabados y una brigada de guardias de seguridad y camareros. Pero la inspiración más chic, la última fantasía, proviene de Europa: el diseño, lo italiano, la inspiración mediterránea y las ínfulas aristocráticas.

Desde hace algunos años proliferan los Chateaux de Fortune, Beijing Chateau, Kingland y Chateau Edimburgh, por citar nombres de edificios o urbanizaciones de la capital. El nuevo rico chino descubre la Toscana y el Circo Máximo después de Las Vegas, París, Londres y Roma, después de California y Hawai, de una forma comparable a la del occidental perdido y confuso en el bosque milenario de las dinastías chinas: Han, Tang, Song, Ming, Qing... En esta apoteosis europea, en Shanghai proliferan las urbanizaciones que recrean fantasías holandesas, alemanas, italomediterráneas y hasta una Ciudad Támesis (Thames Town), que ha reproducido un pueblo inglés, con su pub incluido y sus casas a 600.000 euros.

El resultado es un enorme galimatías de nombres extranjeros que ha obligado a las autoridades a poner orden. En Kunming, la capital de Yunnan, un White House Mini District tuvo que cambiar su nombre por algo más chino: Zhujia Shangyu, algo así como Buena Vida y Negocios. Otros proyectos de la ciudad, que llevaban nombres como París del Este y Jardín Francés, tuvieron que sumarse a la operación de cambio, después de que el secretario del Partido de Kunming, Yang Chongyong, declarara que "la moda por los nombres extranjeros en los edificios está disolviendo nuestra cultura y denota mal gusto".

En China (sin contar Hong Kong) hay unos mil ciudadanos con patrimonio superior a los 10 millones de euros y unos 320.000 con más de un millón de dólares en su patrimonio. Desde el año pasado su número ha aumentado casi un 7%. En Hong Kong hay 80.000 con más de un millón de dólares y el crecimiento respecto al año anterior ha sido del 15%. En la lista de los cien más ricos de China en el 2004 publicada por la revista Forbes,35 viven en Cantón, 22 en Shanghai y 22 en Pekín. Su fortuna total es de 7.000 millones de euros. Wong Kwong Yu, de 36 años, con 1.700 millones de dólares, ha sido declarado el más rico de China durante dos años consecutivos. Comenzó recogiendo botellas para ayudar a sus padres, campesinos de Shantou.

Pero figurar en la lista puede ser un mal presagio. El magnate Yang Bin figuraba el segundo en la lista de ricos publicada en el 2001 y luego fue condenado a 18 años de cárcel. El siguiente de la lista, un fabricante de coches llamado Yang Rong, huyó a Estados Unidos cuando le acusaron de fraude. Ciao Jingling, número 58 en la lista del 2002, se suicidó, mientras que Li Haicang, número 27, murió en un tiroteo. Zhou Yiming, número 207 en la última lista de Forbes,uno de los millonarios más jóvenes del país, de 32 años y con una fortuna de más de 100 millones de euros, acaba de ser juzgado por estafar 55 millones de euros.

Como en Rusia, ser millonario en China es algo necesariamente emparentado con el riesgo y lo ilegal. "Si cualquier empresa china fuera investigada minuciosamente, no creo que ninguna pasara el examen de la legalidad, porque todas deben hacer algo ilegal para existir; sea evadir impuestos, falsificar o dar mordidas", explica un observador. Para llegar a ser muy rico hay que actual ilegalmente, de lo que resulta cierta sensación de provisionalidad. Y si, al final, van a ser cuatro días, ¿por qué no jugárselo a los dados? Es lo que hizo hace tres años Ye Lipei, un empresario de Shanghai que se gastó 70 millones de euros en un casino australiano.

Generosos con el Estado

Redimirse mediante la caridad y la filantropía ante el altar del Estado es la solución para lavar oscuras reputaciones por la que han optado muchos. Los 50 chinos más ricos donaron el año pasado 375 millones de euros, tres veces la cantidad donada en los dos años anteriores. El 70% de las obras benéficas se dirigen a la educación y la sanidad, según el diario Dongfang Zhoukan.Aún así, el conjunto de los fondos recogidos para caridad sólo asciende al 0,05% del PIB (2,1% en Estados Unidos) y sólo un1% de las empresas registradas en China han practicado estas donaciones, lo que está relacionado con las imperfecciones del sistema fiscal. Faltan "condiciones normales para practicar y favorecer la beneficencia", dice un empresario.

En las pautas de consumo del nuevo rico chino no hay gran originalidad. El dinero se destina, por este orden, al coche, la casa - primero un apartamento, luego una villa-, los cachivaches personales de lujo, yates, viajes... Lo específico es la meteórica velocidad del proceso. Si hace 20 años una simple grabadora y hace 10 un teléfono móvil se consideraban productos de lujo, hoy forman parte de la indumentaria de los adolescentes.

La previsión es que la venta de productos de lujo se incremente un 20% anual entre el 2005 y el 2008. El consumo de estos productos mueve 2.000 millones de dólares anuales, pero, según un informe de la firma BNP Prime Peregrine, "China todavía se encuentra en la etapa inicial". Para el 2015 habrá superado a Estados Unidos, situándose en el segundo puesto mundial, por detrás de Japón. Cartier, que tenía dos tiendas en China en el 2004 y hoy cuenta con 11, ha conocido aquí un aumento de ventas del 40%. Mientras en Europa se espera una caída de ventas, "China es un factor vital para la estrategia de desarrollo mundial de nuestra compañía", dice Yves Carcelle, presidente de Louis Vuitton.

Coches de lujo y golf

China es uno de los mercados de coches de lujo más boyantes. Este año se espera vender aquí 320.000 unidades, cifra considerable en un país en el que sólo el 5% de la población (65 millones) tiene capacidad adquisitiva para poseer automóvil. Jaguar dice que sus ventas se han incrementado en un 220% respecto al año pasado y Ferrari espera que China sea su "quinto o sexto mercado" en los próximos años, según su delegado en Pekín, Pietro Bórdiga. El golf, deporte-exhibición de estatus por excelencia, se está convirtiendo en una verdadera epidemia en China, el país con la máxima escasez de tierra cultivable por habitante: el primer club abrió en 1984; hoy ya hay 300 campos de golf y alrededor de medio millón de practicantes y un campeonato mundial en ciernes.

Pero el verdadero deporte nacional es la industria de la concubina: tener una amante, mantenida y con piso. En las ciudades más ricas, como Guangzhou y Shanghai, hay bloques enteros de apartamentos comprados por hombres de negocios para sus concubinas. En Shenzhen, la industria está reforzada por los ejecutivos del vecino Hong Kong, que prefieren tener señora con piso en China continental porque es más barato. Hasta en la trabajadora Chongqing, una gran ciudad del mucho más pobre centro del país, se ven barrios de concubinas.

Aparentemente, todos los nuevos ricos del mundo son iguales, pero su mentalidad y contexto no lo es. Los nuevos ricos de China tienen, por el mero hecho de ser chinos, grandes probabilidades de haber conocido estrecheces alimentarias inimaginables en Europa o América. Según el sinólogo Jean-Luc Domenach, la actual obsesión de China por el cemento y la construcción tiene directamente que ver con las experiencias vividas durante el Gran Salto Adelante. Sin atender a esa biografía de hambre y miserias, es difícil comprender el ansia por el techo, la siempre presente avidez en el comer y, simplemente, penetrar en el alma del conductor de Mercedes chino.

Otro rasgo diferencial se desprende de cómo los chinos perciben la presente desigualdad. Aunque el coeficiente es muy cercano al de Estados Unidos, allí sólo el 65% de los ciudadanos lo consideran excesivo, mientras que en China son el 95%. Si entre la intelectualidad de Estados Unidos la nivelación social es raramente un valor, en China el igualitarismo es importante para muchos habitantes urbanos con educación superior. "La gente en China y otros países ex socialistas tiene un mayor nivel de intolerancia hacia la desigualdad", concluye un informe de Naciones Unidas.

En desacuerdo con su cuerpo

Como en todas partes, en China se engaña al consumidor. Mientras las asociaciones de consumidores aumentan con gran pujanza en todo el país, un ejército de embaucadores industriales explota y juega con las fantasías sexuales del sufrido ciudadano. Aquejado de un esguince durante un viaje mochilero por el sur de China, Norberto Cuenca (viajeporasia. blogia. com), el autor de las fotos que ilustran este reportaje, tuvo que pasar un día entero postrado en una habitación de hotel en Yunnan, así que puso la tele, un canal de provincias, y se encontró con... todo un mundo fullero de venta y fantasía.

"Para mujeres había: pastillas ´crecetetas", electrodos ´crecetetas´, bombas succionantes ´crecetetas´, cremas ´crecetetas´. Sin abandonar la sección belleza: cremas ´disuelvemichelines´, aparatos de masaje electrónico ´disuelvemichelines´, zapatos ´disuelvemichelines´, mascaras de acero que quitan las arrugas, cremas que dejan la piel blanca como la leche... Para hombres: calzoncillos magnéticos para excitarse, pastillas mágicas con la misma finalidad, aparatillos que ´estiran´ el pene, un ´potro de tortura´ que estira de la cabeza y de los pies para ´crecer´...".

Casi todas las teletiendas tenían cosas en común, explica Cuenca, recordando aquella velada hotelera: "Primero, animaciones por ordenador dignas de ´Star Trek´, en las que se explicaba cómo funciona la cosa. En una, las moléculas mágicas viajaban por las arterias y atacaban el michelín deshaciéndolo, o se dirigían hasta las tetas y las hinchaban como si fueran globos. En otro, las vibraciones del aparato de masaje apretaban el michelín y transportaban la grasa hacia arriba, hasta convertirla, cómo no, en... tetas más grandes. En otro, unos calzoncillos con un par de imanes estratégicamente situados debajo del escroto, enviaban sus líneas de campo magnético a través de los testículos, los ponían al rojo y los hinchaban".

Otro rasgo en común de la industria es que "todos los productos se llaman ´América esto´ o ´Francia lo otro´, explica Cuenca. Todos los productos pasan por ser maravillas importadas de Occidente, donde esta industria nació y tiene su meca. Eso explica que para acabar los anuncios, y como prueba de credibilidad, siempre termina desfilando como colofón algún ´lao wai´ (extranjero), "probablemente unos pobres estudiantes que se sacan unos duros extra", explicando las virtudes del producto. Acto seguido, las exhibiciones concluyen con un "antes y después", a base de fotos descaradamente trucadas. Si el consumidor en desacuerdo con su cuerpo sueña con un larguísimo miembro viril (él), o con unos buenos senos (ella), siempre hay alguien dispuesto a explotar la fantasía. Y en China no son menos

´Money management´ para niños

En ´Beijing Tatler´, una revista mensual que tira 45.000 ejemplares para nuevos ricos y que es poco más que una publicación para ´encajar´ publicidad de artículos de lujo, la diseñadora Diana Xiao enseña su villa Pequeño Hawai, de 530 m ² , que es un monumento al mal gusto. "Ofrecemos algunas orientaciones a los ricos, para que sepan qué es lo que vale la pena comprar, que poner una mesa de la dinastía Ming aquí y una silla de la Qing allá raras veces da un verdadero estilo a una casa", explica una decoradora. Una autora americana explica en otro artículo la importancia de enseñar ´money management´ a los niños para que, ya de pequeñitos, aprendan dónde invertir, con qué especular y a dónde evadir capital. La gastronomía no podía faltar, y en la página 70, un ejecutivo del ramo explica las virtudes de su muy caro local: ni palabra sobre lo que ´echan´ de comer, pero la cocina tiene una cadena de producción controlada por ordenador que garantiza la temperatura ideal de los platos y las diversas salas del restaurante permiten, "por ejemplo, un entorno italiano si comes comida italiana, así como reservados para vips, algo muy importante en China, donde el restaurante es impensable sin garitos separados y cerrados

El espejo de la desigualdad

- El 10% más rico de los chinos urbanos concentra el 45% de la riqueza urbana, mientras que al 10% más pobre sólo le corresponde el 1,4%, señala un informe de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma.

- La progresión del coeficiente Gini, que va de 0 a 10, siendo 0 la igualdad perfecta de ingresos y 10 la completa desigualdad, aumentó de 2,8 en 1981 a 4,5 en el 2002, un salto en desigualdad del 50% en 20 años. Hoy China va incluso detrás de India en ese parámetro y ocupa el puesto 90. º en una lista de 131 países.

- Según los criterios de la ONU (menos de un dólar diario), en China hay 300 millones de pobres, pero a causa del bajo coste de la vida en el país, la ONU acepta la cifra oficial del Gobierno chino, basada en el criterio de 683 yuanes de ingreso anual (68 euros), lo que supone unos 23,6 millones de personas.

- El año pasado, el precio medio del metro cuadrado de vivienda ascendió a 680 euros, un 21% más que en el 2004. Para los chinos residentes en ciudades grandes y medianas, los precios de la vivienda, la Seguridad Social y el empleo son las tres cuestiones más preocupantes, señalan las encuestas.