París - El presidente francés anuncia una ley que perseguirá el adoctrinamiento en los barrios y extremará el control sobre asociaciones proselitistas y sobre las mezquitas.
Emmanuel Macron ha declarado el viernes la guerra al
separatismo. No hablaba de los corsos, ni de las antiguas colonias, sino de
quienes, según el presidente francés, en nombre del islam quieren tomar el
control en partes del territorio. “Hay un islamismo radical que lleva a negar
las leyes de la República, a banalizar la violencia y, a algunos ciudadanos a
elegir lo peor”, dijo al anunciar una ley que estrechará la vigilancia sobre
quienes adoctrinan a los jóvenes y financian a los extremistas. “Las insuficiencias
en la política de integración y en la lucha contra la discriminación”, ha
admitido, “han favorecido esta evolución”.
Una ofensiva legal contra el islamismo radical sin
estigmatizar a los creyentes: el esperado discurso de Macron sobre el
separatismo era un ejercicio delicado. La historia colonial sigue pesando en
este país donde la extrema derecha cosecha millones de votos, a menudo con una
retórica xenófoba, y se perfila como principal alternativa a Macron en las
presidenciales de 2022. Desde los años ochenta, el debate sobre laicidad y los
signos religiosos es motivo de división. Francia ha sido víctima en la última década
de atentados cometidos en nombre de la religión musulmana, y ha sido vivero de
yihadistas del Estado Islámico. El discurso llega una semana después de un
ataque terrorista contra la vieja sede del semanario ‘Charlie Hebdo’, víctima
del atentado de enero de 2015 que este otoño se juzga en París.
“Debemos enfrentarnos al separatismo islamista. Es un
proyecto consciente y teorizado, político-religioso”, ha dicho el presidente
francés en Les Mureaux, un municipio de 32.000 habitantes a 40 kilómetros de
París y con varios barrios designados como objetivo de “reconquista
republicana” ante el avance islamista. “No pido a ninguno de nuestros
ciudadanos que crea o no crea, ni que lo haga un poco o moderadamente: esto no
es asunto de la República”.
En 2018, el Estado localizó 15 barrios con problemas
graves de radicalización, “ecosistemas paralelos” donde algunas asociaciones
facilitaban desde plazas de guardería hasta empleos, y donde abundaban los
jóvenes que emigraban a Siria para combatir. Desde entonces, se han cerrado en
estos barrios 212 locales de restauración que encubrían actividades radicales
15 lugares de culto clandestino, 13 establecimientos culturales, 11 centros de
acogida de menores y cuatro escuelas.
La estrategia del Gobierno francés tiene una parte
“defensiva”, según un colaborador de Macron. Consiste en la ley que todavía
está en proceso de elaboración y que se presentará en diciembre. Un objetivo es
reforzar la vigilancia financiera e ideológica sobre las asociaciones
culturales, educativas, deportivas o caritativas que en realidad ejercen tareas
de proselitismo y adoctrinamiento.
Entre otras medidas, el Estado contempla obligar a las
asociaciones a firmar una “carta de la laicidad” y que su incumplimiento
comporte la pérdida de subvenciones. Cuando se demuestren violaciones de la
dignidad personal o presiones psicológicas o físicas, el Estado las clausurará.
Una posibilidad para reforzar el control de estas asociaciones es la reforma de
la ley de 1905, que consagra la libertad de culto y la neutralidad del Estado
ante las distintas religiones. La reforma debería incitar a acogerse bajo la
regulación de 1905 a mezquitas que reciben financiación extranjera y a
asociaciones religiosas que se disfrazan bajo otros cometidos.
Otra medida será la prohibición, salvo excepciones por
motivos de salud, de la educación en casa, que ahora permite sacar a los niños
de la escuela e integrarlos en sistemas paralelos e ilegales. “La escuela es el
corazón del espacio de la laicidad, el lugar donde forjamos las conciencias
para que los niños se conviertan en ciudadanos libres y racionales para
determinar su vida”, dijo Macron en el discurso. “La República resistirá en la
escuela”. La nueva ley deberá también incluir la prohibición de los llamados
certificados de virginidad, expedidos a mujeres antes del matrimonio.
La segunda parte de la estrategia contra el separatismo
es la “ofensiva”. Consiste en asegurar que la promesa republicana de igualdad y
emancipación se cumpla efectivamente. Hoy las discriminaciones de la población
de origen no europeo —en la educación, en el trabajo, en la vivienda— son
evidentes. “Hemos creado barrios en los que la promesa de la República no se ha
cumplido”, dijo Macron. “Y estas organizaciones, que defienden el islam
radical, metódicamente han ocupado el lugar”, añadió.
Sin influencias extranjeras
Un punto clave de la iniciativa es la construcción de “un
islam ilustrado, que pueda estar en paz con la República”. Esto exigirá
“liberar el islam en Francia de influencias extranjeras”, dijo el presidente,
con la formación de imanes autóctonos que sustituyan a los imanes formados en
Turquía, Marruecos y Argelia, y atajen la propaganda salafista o de otras
corrientes radicales.
Macron no es el primer presidente en hablar de
“separatismo”. En el pasado, el término se había usado para referirse a los
independentistas de las antiguas colonias. O a los comunistas, “hombres que han
hecho un voto de obediencia a las órdenes de una acción extranjera de dominio,
dirigida por amos de una gran potencia eslava”, como denunciaba el General de
Gaulle en 1947.
Hasta hace poco, la palabra en boga era “comunitarismo”.
El actual presidente prefiere “separatismo”. Pero el término se presta a
confusión. Cuando, a principios de septiembre, preguntaron a Marlène Schiappa,
ministra de la Ciudadanía, si la futura ley contra el separatismo se aplicaría
a los independentistas de su tierra, Córcega, respondió: “Me gustaría que
dejasen a los corsos tranquilos, por favor… Los corsos no se organizan de
manera hostil para derrocar la República e imponer leyes en el grupo”.
https://elpais.com/internacional/2020-10-02/macron-declara-la-guerra-al-separatismo-islamista.html