Los aliados reiteran a Rusia que no tiene derecho de veto sobre su ampliación pero aceptan debatir la arquitectura de seguridad europea.
"Las diferencias entre los miembros de la OTAN y
Rusia no serán fáciles de superar ", ha admitido el secretario general de
la Alianza, Jens Stoltenberg, al término del primer Consejo OTAN-Rusia
convocado después de dos años y medio de inactividad para tratar de desactivar
la crisis militar en ciernes en la frontera oriental de Ucrania, junto a la que
Moscú ha enviado unos 100.000 soldados. Sin embargo, "es positivo que nos
hayamos sentado alrededor de la misma mesa y hayamos hablado de temas importantes".
La reunión ha durado unas cuatro horas, algo más de lo previsto, y ha permitido
a la delegación rusa exponer a los aliados sus "preocupaciones sobre
seguridad" en el continente así como las soluciones que propone, que
equivaldrían básicamente a una capitulación por parte de la OTAN.
El viceministro de Exteriores ruso, Alexander Grushko, ha
presentado personalmente a los aliados cuáles son sus demandas, ya detalladas en el borrador de un nuevo tratado
internacional publicado en diciembre y que cinluyen la retirada de tropas de
Europa oriental, la salida del club de todos los países excomunistas que se
sumaron después de 1997, y el compromiso de no permitir el ingreso de Ucrania
ni otros países). Los aliados han
respondido "unidos" y han reiterado a Moscú que "no tiene
derecho de veto" sobre quién puede formar parte de la organización
militar, ha explicado Stoltenberg. "Son inaceptables", ha reiterado
minutos después la subsecretaria de Estado de EE.UU., Wendy Sherman.
La Alianza plantea a Rusia aumentar la transparencia para
"evitar accidentes"
En cambio, la OTAN ha ofrecido a la delegación rusa
entablar negociaciones para una reducción "equilibrada, recíproca y
verificable" de armas en Europa, incluidos los misiles y el armamento
nuclear. "Rusia no estaba en posición de poder acceder a esta
propuesta" de abrir un diálogo sobre reducción de armamento "pero
tampoco la ha rechazado", ha explicado Stoltenberg, que confía en que la
reunión de hoy sea el principio de una serie de encuentros para resolver con
propuestas prácticas las preocupaciones de Moscú.
Los aliados han ofrecido al Gobierno ruso discutir planes
de reducción de armamento con objetivos concretos y verificables pero también
medidas para aumentar la transparencia y generar confianza para "evitar
accidentes" militares. Hay señales de que ambas partes podrían reabrir sus
respectivas oficinas en Bruselas y Moscú, clausuradas en los últimos meses.
Precisamente por el nivel de tensiones actual "lo que necesitamos es
diálogo", ha insistido, en el formato que sea, de forma bilateral con
estados Unidos, con la Organización para la Seguridad y la Cooperación en
Europa (OSCE) y el Consejo OTAN-Rusia”. Los aliados, sin embargo, "no se
engañan". En caso de una nueva agresión militar a Ucrania, reforzaran sus
medios militares en la frontera con Rusia y no dudarán en proteger a los
miembros de la OTAN. "Estamos preparados para un nuevo conflicto
armado", ha avisado.
Stoltenberg critica el intento de Moscú de volver a las
"esferas de influencia"
Ucrania no forma parte de la organización militar pero
durante el mandato de George W. Bush, a
instancias de Washington, la Alianza dejó la puerta abierta a su adhesión. Su
ingreso en la organización militar siempre ha sido una perspectiva hipotética y
con los años, ante la falta de avances en la estabilización interna del país,
cada vez más lejana. La invasión rusa de Crimea la ha hecho, como deseaba el
Kremlin, aún más improbable pero los aliados se niegan a ceder a la presión de
Rusia y renunciar a su política de puertas abiertas. Otra cuestión es si se
puede revisar el nivel de cooperación militar con este país y la actividad
general en la frontera oriental de la Alianza.
Stoltenberg ha comparecido con semblante serio ante la
prensa al término de la reunión, celebrada en la sede de la OTAN en Bruselas.
Conforme avanzaba en sus explicaciones, su habitual contención gestual ha dado
paso a una efusiva gesticulación extraña en el político noruego, en especial
cuando ha valorado lo que suponen los planteamientos del Kremlin para
"pequeños países vecinos", a los que niega su derecho a decidir por
su cuenta si quieren o no formar parte de la Alianza Atlántica.
"Esa idea de que tú, porque estás cerca de mí, no
puedes hacer lo que quieras es volver al pensamiento de las esferas de
influencia", un planteamiento "muy peligroso", ha denunciado el
secretario general. Noruega, país del que Stoltenberg fue primer ministro,
forma parte de la organización militar desde su fundación en 1949 pero Suecia y
Finlandia siguen fuera. En los últimos años, sin embargo, ambos países han
abierto el debate político interno sobre si no deberían también seguir sus
pasos a la vista de la conducta de Rusia en los países de su entorno.