El líder chino regresa a casa tras una visita gratificante para ambas partes.Satisfacción en Pekín...China realza su estatus de superpotencia tras un viaje sin contratiempos...Y en Washington: Los contratos firmados avalan el perfil más económico del presidente. Derechos Humanos:"Obama habló de ellos tanto en público como en privado, pero no hizo presión".
Todos
contentos, pero los recelos no se han disipado.
La
visita del presidente Hu Jintao a Estados Unidos terminó ayer en Chicago, y la
satisfacción predominaba en ambas capitales. La cumbre no ha enterrado las
tensiones del último año, pero ha servido para reafirmar que ambos países se
necesitan y quizá para estabilizar la relación.
Para Hu,
que debe abandonar el cargo en el 2012, los agasajos que su homólogo Barack
Obama le dedicó y el hecho de que, al contrario que en el 2006, la visita
sucediera sin contratiempos destacados, ya es un éxito. Le permite realzar las
credenciales de su país como potencia que trata a Estados Unidos en pie de
igualdad y las suyas propias como líder al nivel de sus antecesores Jiang Zemin
y Deng Xiaoping. Como Hu, Jiang y Deng merecieron una cena de Estado en la Casa
Blanca.
La Casa
Blanca también vende la visita como un éxito. En plena recuperación económica,
con la tasa de paro cerca del 10% (un nivel inusualmente elevado) y la deuda
descontrolada, la economía estadounidense necesita a China para crecer. A la
vez, la superpotencia teme que la competencia desleal china (infravalorando su
moneda o discriminando a las empresas estadounidenses en China) ponga trabas al
crecimiento en EE. UU.
El
éxito, para la Administración Obama, ha sido el anuncio de contratos de
exportación por valor de 33.400 millones de euros durante la cumbre. Obama ha
adoptado el papel de vendedor en jefe. "Queremos venderles todo tipo de
cosas. Queremos venderles coches, queremos venderles aviones, queremos
venderles software", ha dicho.
La Casa
Blanca también considera un éxito haber arrancado de China el reconocimiento de
que el programa nuclear norcoreano es peligroso y, sobre todo, que Hu admitiese
en la rueda de prensa del miércoles que en China "todavía queda mucho por
hacer en materia de derechos humanos".
Esta
admisión es, según Robert Gibbs, el portavoz de Obama, el avance más destacado.
En China, sin embargo, las informaciones sobre estas declaraciones han sido
censuradas. Y los medios de comunicación chinos han elogiado el viaje de Hu
como "un golpe maestro histórico con significado global", informa
Reuters.
La
declaración de Hu, en realidad, repite pasadas declaraciones públicas de Pekín.
Cuando los dirigentes chinos hablan de derechos humanos, además, el significado
no es el mismo que el que le da la Casa Blanca: para China, un país en
desarrollo, el derecho humano básico es comer y dormir bajo un techo.
"Obama
tenía que demostrar que su Administración, en contra de lo que algunos
escépticos decían, se preocupa de verdad por estas cuestiones. Y Obama habló de
ellas tanto en público como en privado", ha escrito Leslie Gelb, veterano
de anteriores administraciones y miembro del think tank Council on Foreign
Relations."Pero no hizo nada para presionar a Pekín porque, a fin de
cuentas, en gran parte Pekín habría ignorado las amenazas y los americanos lo
sabían. Así que todos desempeñaron los papeles prescritos en materia de
derechos humanos, y esto es todo".
En la
rueda de prensa, Obama fue sutil, y exigió el respeto de los derechos humanos
sin ofender a su invitado, líder del país que mantiene encarcelado a Liu
Xiaobo, sucesor en el 2010 del presidente de EE. UU. como receptor del Nobel de
la Paz. En anteriores cumbres, Barack Obama había soslayado estas críticas.
"He
reafirmado el compromiso fundamental de América con los derechos universales
para todas las personas. Esto incluye los derechos humanos básicos como la
libertad de expresión, de prensa, de asamblea, de asociación y manifestación,
yde religión, derechos reconocidos por la Constitución china", dijo Obama.
En la Casa Blanca, Hu, como hizo Jiang durante su visita a EE. UU. en 1997,
reconoció el carácter universal de los derechos humanos.
Para
algunos el debate es si, tras Guantánamo y las guerras de Iraq y Afganistán,
EE. UU. tiene la autoridad moral para reprender a China por violar los derechos
humanos, o si las críticas responden a los intereses de EE. UU., que necesita a
China para sostener su economía.
Fred
Hiatt, jefe de Opinión de The Washington Post,explicaba ayer el caso de Geng
He, cuyo esposo, Gao Zhisheng, un abogado defensor de disidentes, fue detenido
hace nueve meses. Desde entonces se halla desaparecido.
Hiatt
lamentaba en su columna que la rueda de prensa de Obama expresase la esperanza
de que China avanzase en el respeto de los derechos humanos "en un plazo
de 30 años". EE. UU. y otras democracias, en su opinión, deberían
presionar a China aunque esto obligara a sacrificios y se arriesgase a
fracasar. "La alternativa, dar por hecho que en 30 años las cosas estarán
mejor, absuelve con comodidad a Estados Unidos de hacer nada - escribe
Hiatt-.Elimina el riesgo del fracaso, pero también toda posibilidad de ayudar a
que las cosas vayan en la vía de Gao Xingjian".
Visitas
con mensaje de los dirigentes chinos
1979
Deng
Xiaoping es el primer líder chino que hace una gira por EE. UU., que incluye
visitas a la NASA, Ford o Boeing. El viaje confirma el inicio de las profundas
reformas económicas chinas.
1984
Visita
del primer ministro Zhao Ziyang, una de las voces más reformistas de Pekín.
1997
Jiang
Zemin es el primer presidente que pisa EE.UU. en 12 años, tras el deterioro de
relaciones por la matanza de Tiananmen (1989)
1999
El
primer ministro Zhu Rongji logra el apoyo clave de Clinton al ingreso en la OMC