Registros de Amnistía Internacional, de Organizaciones no Gubernamentales y de Naciones Unidas refieren que las denuncias de maltrato y esclavitud que aún se viven en Corea del Norte son la causa que ha llevado a miles de norcoreanos a aventurarse a buscar refugio fuera de su país, y quienes lo logran son calificados de espías, disidentes o traidores a la patria.

El pasado 25 de junio tres norcoreanos, entre ellos un niño de nueve años, desertaron a bordo de un barco de pesca con el que alcanzaron aguas marítimas de Corea del Sur. El barco fue avistado por primera vez a pocas millas de la isla de Baeknyeong, cerca de la zona limítrofe occidental entre ambas Coreas, donde en tiempos pasados se produjeron choques armados entre patrullas de ambas naciones.

De acuerdo con informes de la agencia surcoreana "Yonhap", guardacostas de Corea del Sur escoltaron al barco con los tres desertores a un puerto de la isla, donde confirmaron su huida de norcorea "debido a la pobreza" y vejaciones que sufren todos los días.

Así como estas tres personas, miles más han emprendido su travesía en busca de "la gloria". Organizaciones de derechos humanos refieren que entre 150 mil y 300 mil norcoreanos han escapado del hambre y la represión del régimen comunista en la última década, sobre todo a su principal lugar de refugio que es China y en menor escala llegan a Mongolia y a otros países del sureste de Asia.

En Corea del Sur podría haber cerca de 6 mil norcoreanos desertores, que huyeron desde que finalizó la guerra intercoreana de 1950-1953 a la fecha. Sólo en 2004 desertaron mil 690 norcoreanos a Corea del Sur.

Un caso específico de desertores norcoreanos que han denunciado las humillaciones y violaciones humanitarias y logró escapar con vida es el periodista Kang Chol Hwan, quien a través de un libro autobiográfico denuncia los maltratos de que fue víctima por el régimen norcoreano de Kim y de su sucesor Kim Jung Il. Hwan, autor del libro Las peceras de Pyongyang (editado en Estados Unidos, Francia e Italia) y colaborador de la edición para Corea del Norte del diario surcoreano Chosun Ilbo, en su documento relata su experiencia en uno de los campos de concentración aludidos en un informe de la ONU, y del que pudo escapar para luego refugiarse en Corea del Sur.

Sin embargo, las denuncias chocan con la negativa del gobierno norcoreano y la práctica imposibilidad de que organismos internacionales accedan a los escenarios de esas violaciones. Así, la cuestión de hasta qué punto no se respetan los derechos humanos en el país no deja de estar sumida en el terreno de la especulación y poco se sabe a ciencia cierta.

El Departamento de Estado de Estados Unidos reseña en su página web las "continuas violaciones de los Derechos Humanos en Corea del Norte". La imposibilidad de los norcoreanos para cambiar de gobierno es citada en primer lugar para luego centrarse en cuestiones como las ejecuciones sin juicio previo, las desapariciones, el hambre o la censura, así como los escarmientos y ahorcamientos en público como medida de intimidación para quienes critican al gobierno. Sin embargo, pocos datos concretos ofrece de esa lista de crímenes, y cita como fuentes de esa información a los refugiados norcoreanos que han huido al vecino país del sur y a las escasas organizaciones humanitarias que han podido ejercer su labor por breve tiempo en territorio norcoreano.

Las cifras de muertos por las hambrunas desde la década de los 90 oscilan en márgenes de millón y medio de personas (entre 2 y 3.5 millones de personas, según revela refugees.org) y sólo la Cruz Roja trabaja en Corea del Norte. Para ello, mantiene una neutralidad escrupulosa intermediando incluso de forma activa en el proceso de reunificación entre las coreas, pues la publicación de datos sensibles para el gobierno norcoreano ha sido siempre la principal razón para expulsar a los voluntarios occidentales con acusaciones, en algunos casos, de espionaje.