Retrato de Alemania una generación después del reencuentro. Requilibrio: El PIB per cápita ha crecido en la antigua RDA hasta representar un 73% del Oeste.Seudocolonización:Los occidentales ocupan el 60% de los puestos dirigentes en el Este en ámbitos clave. La segunda muerte de Stefan Heym. El disidente fue silenciado por la RDA y por la nueva Alemania. El escritor creía que la RDA era contrapeso de la Alemania heredera del posnazismo.
Alemania
conmemora hoy el vigésimo aniversario de su gloriosa unificación nacional de
1990. El ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière, dice que los
alemanes deben sentirse orgullosos de lo conseguido. El paro está en el este
del país en su nivel más bajo desde 1992. El PIB per cápita ha crecido allá
hasta representar un 73% del de Alemania Occidental. La transferencia de dinero
de Oeste a Este, es decir la solidaridad interalemana que tanto irrita a un 70%
en las encuestas, está funcionando porque nadie la cuestiona en serio.
Entonces, ¿por qué el balance positivo es más frecuente fuera de Alemania que
dentro de ella, donde las encuestas sugieren una opinión casi melancólica en el
Este y en el Oeste?.
Las
encuestas, sin embargo, muchas veces reflejan más sentimientos reflejos y
desahogos que opiniones. Así hay que leer, por ejemplo, que el 9% declare
querer resucitar la RDA y un porcentaje aún mayor, restablecer el Muro. Como
dice un comentarista, "una RDA sin Honecker (el jerarca comunista) y con
internet no es la RDA"... Pero con estas salvedades, hasta De Maizière
dice que entre los éxitos de la reunificación hay aspectos oscuros.
La
reunificación dio a los democristianos de Helmut Kohl, que gobernaban desde
1982, un bono de ocho años más en el poder, hasta 1998. Con esa jugada, que
incluyó saciar muchos apetitos empresariales del Oeste (el número de
millonarios aumentó allí un 40%), se sacrificaron algunas cosas, pero aquel
éxito político de Kohl se cobra factura.
Tal como
se hizo, la reunificación económica se tradujo en una desindustrialización del
Este sin precedentes. Desapareció el tejido industrial, lo que forzó el éxodo
de 2,7 millones - de los 16 millones con que contaba la población de la antigua
RDA-.Hoy el 15% de las viviendas de Alemania del Este están vacías. Es verdad
que en veinte años 1,6 millones de alemanes occidentales se asentaron en el
Este, entre ellos muchos jubilados, pero también un ejército de cuadros que
sustituyó en puestos sensibles de responsabilidad a orientales ideológicamente
problemáticos, una especie de purga blanda. Todavía hoy, los alemanes occidentales
ocupan el 60% de los puestos dirigentes en el Este en ámbitos como las ciencias
humanas y los medios de comunicación. La suma de aquella desindustrialización y
de esta seudocolonización alimenta un amargo sentimiento de desposesión y
ciudadanía de segunda entre un sector considerable de la sociedad germana
oriental.
Las
enormes cantidades de dinero que el Oeste ha transferido al Este, la friolera
de 1,8 billones de euros en veinte años, han logrado realizar algunos de
aquellos "paisajes floridos" prometidos por Helmut Kohl en 1990,
particularmente en infraestructuras y en un medio ambiente manifiestamente
mejor, pero no han alterado aquella desposesión del medio ambiente humano.
Esa
alienación se ve incrementada por la grosera reducción a Stasiland (por el
nombre de la policía de Estado de la dictadura comunista, la Stasi) que sus
compatriotas occidentales practican con la RDA, lo que afecta a la propia
biografía de millones de personas. La caricaturización de la memoria reducida a
narraciones como la de la película La vida de los otros es un ejercicio
ideológico insistente que practican los medios de comunicación germanos y que
mantiene la brecha. Dicho esto, hay un 64% de alemanes del Este que considera
un éxito la evolución general de Alemania desde la caída del Muro, frente a un
58% en el Oeste.
En ambas
partes del país se observa un pequeño y lento acercamiento: en el 2009, un 25%
declaraba que los alemanes de ambos sectores eran "más bien cercanos entre
sí", lo que representa el valor más alto desde la unificación. En 1995, un
48% de los alemanes decía que orientales y occidentales estaban "más bien
alejados entre sí", con sólo un 15% apoyando el "más bien
cercanos".
Una de
las circunstancias más insólitas de este aniversario es que coincide con el
pago del último tramo de las reparaciones de guerra que Alemania tiene
pendientes por la Primera Guerra Mundial: 75 millones de euros. Se trata de una
herencia del tratado de Versalles de junio de 1919, en el que Alemania aceptó
responsabilidades por haber desencadenado la guerra y accedió a pagar a los
vencedores 226.000 millones de Reichmark, suma que fue reducida en 1921 a
132.000 millones. Los pagos se suspendieron cuando Alemania se dividió en dos
estados y con el tiempo los bonos de aquella deuda se convirtieron en papeles
para coleccionista, pero la unificación de 1990 los resucitó jurídicamente.
La
situación nos devuelve a la especial presencia de la historia en la actualidad
alemana. Una historia cuya percepción evoluciona. Por vez primera, el
sufrimiento y victimismo alemán, por los bombardeos anglo-americanos, los
soldados soviéticos o los checos expulsadores de sudetes, está recibiendo
atención en el país. Se comienza a sugerir a los judíos que ellos no fueron las
únicas víctimas. Como dice el historiador Tony Judt, "si esta memoria es
signo de salud y normalidad política o si sería más prudente olvidarla, es algo
que se puede discutir". De lo que no hay duda es de que la Alemania de hoy
es más consciente de su historia del siglo XX de lo que lo fue a lo largo de
los últimos cincuenta años.
La
segunda muerte de Stefan Heym
Nos
encontramos dos veces en su casa N de la calle Rabindranath Tagore, en Berlín
Este. Stefan Heym, el patriarca de los escritores de la RDA, vivía con su mujer
en una dacha ajardinada de Grünau, junto al Langer See. Encuentros sin avisar.
Entrevistas cuya grabación se quedaba en el Este, para pasar limpios el control
fronterizo de Friedrichstrasse, y que luego recibías por valija diplomática.
Vana ilusión, pues la Stasi estaba al corriente de todo lo que ocurría en
aquella casa gracias a los puntuales informes de Frieda, la asistenta.
Heym era
un viejo cascarrabias. Desde 1974 no editaban sus libros y había caído en la
desgracia del régimen, pero evitaba criticarlo ante occidentales para no
hacerle el juego a "la República del Deutsche Bank-BASF-Daimler-Höchst".
Con todos sus defectos, la RDA era contrapeso de aquella otra Alemania heredera
del posnazismo, decía. Había visto el incendio del Reichstag por los nazis y
había salvado su pellejo judío huyendo a Estados Unidos. Regresó en 1945 con uniforme
del ejército americano y se estableció en la RDA. No le gustaban los halagos
que le dedicaba la prensa de la RFA.
Cuando
el cambio en Moscú desencadenó la quiebra de la RDA y el movimiento cívico, fue
uno de los firmantes del manifiesto Por nuestro país,que abogaba por "una
RDA mejor y renovada". Su nombre sonaba como posible presidente de aquel
nuevo Estado. Era el invierno de 1989 cuando, en su declaración fundacional, el
Neues Forum, la principal organización cívica, decía cosas como: "No
queremos continuar políticamente el siglo XX, ni recrear el paisaje de la
República Federal, sino desarrollar la cultura política del siglo XXI".
Esa utopía sucumbió a una promesa de "paisajes floridos" formulada
por Helmut Kohl y envuelta en una fe en Disneylandia. La caída del Muro se
convirtió en una avalancha que se llevó por delante sueños y proyectos de
tercera vía.
Stefan
Heym arremetió contra su pueblo, aquella "masa que asaltaba a codazos los
grandes almacenes Hertie y Bilka en busca de gangas, oportunamente provista de
los cien marcos, el pérfido dinero de bienvenida,que les entregaban los
estrategas de la guerra fría al pasar al Oeste". En 1990 escribió Auf Sand
gebaut (Construido sobre arena), una de las primeras críticas a la unificación.
A partir de ese momento, el "valiente escritor disidente de la RDA",
el "patriarca y conciencia de los escritores", pasó a ser
ridiculizado, estigmatizado u olvidado por los medios de comunicación. No
pudieron con él.
En 1994
consiguió el escaño directo para el Bundestag, batiendo al presidente de la
Cámara en el barrio de Prenzlauerberg. Como diputado más anciano, a él le
correspondió el honor de inaugurar con un discurso la sesión del decimotercer
Bundestag. Dijo cosas desagradables para el establishment:"Por favor, no
subestimen una vida humana en la que, pese a todas las restricciones, el dinero
no lo decidía todo, el puesto de trabajo es un derecho igual para hombres y
mujeres, la vivienda es asequible y la parte más importante del cuerpo no son
los codos". Rompiendo la tradición, los diputados de la CDU-CSU-FDP y gran
parte del SPD le negaron el aplauso. Por primera vez en la historia de la
Cámara, el diario de sesiones omitió el discurso de aquel anciano de 81 años.
Falleció en el 2001 y está enterrado en el cementerio judío de Wessensee. Hoy
casi nadie se acuerda de él.
V A L O
R A C I Ó N - ¿Es reunificación, ingreso o anexión?
Los
términos reunificación (de las dos partes), ingreso (de la República
Democrática Alemana en la República Federal) y anexión (de la RDA por la RFA)
forman el glosario esencial de la celebración. Cada uno lleva detrás su propio
balance. El debate sobre la valoración de la fiesta nacional alemana va para
largo.