La República Federal de Alemania colaboró en los años 50 con los oficiales y funcionarios del III Reich refugiados en América. Hay indicios de que Klaus Barbie colaboró desde Bolivia con la RFA a cambio de que se tapara su pasado.Argentina podría haber suministrado uranio a Israel al tiempo que acogía a Eichmann.
Uno de
los temas más delicados de la Alemania
de hoy es el regreso a la historia de los primeros años de la República Federal
(RFA) de posguerra. Creíamos saberlo todo en materia de nazis cazados, pero he
aquí que no cesan de aparecer nuevos datos que sugieren que la historia está
aún por escribir.
Desde
por lo menos 1961, 22 años antes de su detención - en enero de 1983 gracias a
los tenaces esfuerzos del matrimonio cazanazis Serge y Beate Klarsfeld-,los
alemanes sabían que Klaus Barbie, el carnicero de Lyon,estaba en Bolivia, donde
animaba grupos nazis y colaboraba estrechamente con sus gobiernos militares en
golpes de Estado e interrogatorios con torturas.
Durante
la guerra, Barbie había sido el jefe de la Gestapo de Lyon, responsable de más
de 4.000 asesinatos y del envío a campos de concentración de 7.500 personas.
Entre sus hazañas, la deportación de 44 niños judíos, exterminados en
Auschwitz, y la muerte en un interrogatorio a sus propias manos de Jean Moulin,
el principal jefe de la resistencia francesa, lo que llevó a Barbie a una
prisión francesa en 1983 en la que murió en 1991. En la Alemania de posguerra,
Barbie trabajó para la antecesora de la CIA, que conocía perfectamente su
pasado, y más tarde huyó a Bolivia con su familia con considerable impunidad.
A partir
de 1966, Barbie, afincado en Bolivia con su apellido de camuflaje Altmann, que
había tomado del rabino de su pueblo, estuvo en nómina del BND, el servicio
secreto alemán, que valoró sus "influyentes relaciones personales y de
negocios" con medios gubernamentales y de los servicios secretos
bolivianos, lo que le colocaba como una valiosa "fuente política",
explica el historiador Peter Hammerschmidt, que ha podido consultar algunas
fichas sobre Barbie. Una de ellas, de 1966, menciona que Klaus Altmann había
sido capitán de las SS. Sobre su pasado político sólo dice que "ingresó en
las juventudes hitlerianas en 1930" y que es "derechista y anticomunista".
En otra ficha, de 1967, se baraja la posibilidad de fichar también al hijo de
Barbie, Klaus-Jörg, que vivía en Barcelona.
Barbie
envió 35 informes a sus mentores alemanes, a través de la empresa armamentística
Merex, una tapadera del BND que suministraba armas a las dictaduras
sudamericanas. Los informes de Barbie fueron considerados material de calidad y
por ellos recibió siete mensualidades de 5.300 marcos. Dos años antes, la
fiscalía de Hamburgo había pedido al BND información sobre Barbie.
Hammerschmidt sugiere que el BND se desentendió pues podría haber reclutado al
nazi a cambio de olvidar su pasado. Nada más natural teniendo en cuenta que la
administración alemana de posguerra estaba repleta de ex nazis que se ayudaban
entre sí frenando e impidiendo cualquier investigación, como constató el tenaz
fiscal Fritz Bauer.
El BND
había sido creado bajo tutela americana por Hans Globke, el secretario y mano
derecha del canciller Adenauer. Globke era un jurista nazi autor de celebres
justificaciones de la legislación racista nazi. El BND nació como una especie
de servicio privado de Globke. A su frente estaba Reinhard Gehlen, otro nazi
que ayudó a huir a algunos de los 50.000 nazis que se calcula escaparon tras la
guerra a América Latina, lavando allá el dinero que habían lograron salvar tras
la derrota, a través de empresas alemanas que iniciaban una nueva estrategia
económica exportadora. En ese ambiente, la protección de Barbie, Eichmann y
compañía parece una consecuencia lógica más que una rareza.
Eichmann,
planificador del holocausto y ejecutado en Israel en 1962, era un pez mucho más
importante que Barbie. Los documentos de los servicios secretos alemanes
desclasificados muestran que los alemanes conocían su paradero en Argentina
desde 1952. Eichmann fue secuestrado en Buenos Aires en 1960 por motivos no
aclarados. Parece confirmarse la afirmación del cazador de nazis Simon
Wiesenthal de que "en aquella época los israelíes no estaban interesados
en Eichmann", y sí los americanos, posibles autores del secuestro. Según
la investigadora Gaby Weber, fueron motivos vinculados a la guerra fría, y no un
espíritu justiciero, los que determinaron el secuestro de Eichmann.
Gaby
Weber: "Es una leyenda que Israel secuestrara a Eichmann"
Gaby
Weber, periodista de la televisión alemana, ha investigado el caso de Adolf
Eichmann y las sorprendentes relaciones del organizador del holocausto con la
industria petrolera americana antes de la guerra. Considera que "es una
leyenda que Israel secuestrara a Eichmann.
La
realidad es que en 1960 el Mosad, como todos los servicios de inteligencia,
sabía desde hacía años dónde estaba". Si no hicieron nada antes es
"porque no interesaba. La prioridad de Israel entonces era conseguir
dinero para la construcción de la economía nacional y para su programa militar,
sobre todo para hacerse con la bomba atómica". "Estaban negociando
asuntos de mucho dinero con Adenauer, y cuando uno está negociando con alguien
no le secuestra a sus ciudadanos.
Cuando
se produjo el secuestro, Ben Gurion se enfadó mucho". La clave del
secuestro la tiene, a su juicio, Washington. El director de Mercedes Benz
Argentina, donde trabajaba Eichmann, era William Mossetti, un fascista italiano
que trabajaba para EE. UU. Gracias a él, los americanos "conocían lo que
pasaba con los nazis en Buenos Aires en torno al programa nuclear.
Las
razones para el secuestro no tienen que ver con el holocausto, sino con la
guerra fría". Parece que Eichmann estaba hablando demasiado... "Aún
no sabemos qué sucedió en los once días que pasaron entre el secuestro y el
anuncio de Israel de que tenía a Eichmann".
La
inteligencia alemana bloquea informes sobre los años de posguerra
Hasta el
día de hoy, el servicio secreto alemán (BND) se ha distinguido por su pésima
calidad y periódicas chapuzas, sea escenificando contrabando de plutonio
soviético en los noventa, sea atentando con bombas contra su propia sede de la
Unión Europea en Kosovo, vigilando a periodistas o filtrando crónicamente
informaciones precocinadas a publicaciones como el diario Bild o el semanario
Der Spiegel.
Los
políticos alemanes, desde Ludwig Erhard hasta Helmut Kohl, pasando por Willy
Brandt y Helmut Schmidt, han tendido a eludir al BND, que, según malas lenguas,
no perdió ni un agente en el Este durante la guerra fría por la sencilla razón
de que no los tenía. El jefe del espionaje de la Alemania del Este, Markus
Wolf, que trufó con sus propios agentes al BND, calificó en una ocasión de boy
scouts a los empleados del servicio adversario.
Otra
característica del BND, común a tantos servicios secretos, es su falta de
transparencia sobre sus documentos, especialmente los de las primeras décadas
de posguerra que ya deberían haberse desclasificado. Ha intentado impedir su
salida a la luz alegando que su publicación podía ser perjudicial. La ley sobre
archivos establece que pasados 30 años todos los documentos deben ser
accesibles. El año pasado, el BND se negó a abrir la información sobre el caso
Eichmann. Se les llevó a juicio y se ganó, pero el BND no entregó los 4.500
documentos que afirmaba tener sobre el organizador del holocausto, sino sólo
3.500. En ellos no había nada sobre la colaboración nuclear de Argentina e
Israel - en la que Argentina ponía el uranio-durante la época en la que
Eichmann vivía en Buenos Aires, un tema que los alemanes han barrido bajo la
alfombra. El contenido de los documentos no tiene relevancia exceptuando una
veintena , según la periodista Gaby Weber, ganadora del juicio al BND.
El
historiador Hammerschmidt, que también emprendió acciones legales para acceder
a documentos, dice que la "transparencia proclamada por el Ministerio de
Exteriores y el BND va muy por detrás de lo que se declara".
"Cuanto
más bloquee el gobierno la salida de los documentos sobre las primeras décadas
de la república federal, mayor se hará la sospecha de que aún hay muchos
cadáveres pardos en el armario del BND", dice el diputado Jan Korte,
especialista en el tema.