Era el comienzo de una serie de irregularidades institucionales, que estuvieron precedidas en el 2008 por un supuesto fraude electoral de las huestes de Ortega. Hace tres meses, el mismo devolvió la atención de la Corte prolongando, mediante un decreto, los periodos de los magistrados que se vencen en los próximos meses. El Partido Liberal, de oposición, reaccionó tildando la medida de "golpe contra las instituciones" y recordó que el presidente no puede usurpar al Congreso -profundamente dividido- la función de elegir magistrados.

Los ánimos se han caldeado. La semana pasada, manifestantes sandinistas rodearon la sede parlamentaria, hasta que los congresistas tuvieron que reunirse en un hotel de Managua. Las masas partidarias de Ortega, azuzadas por dos magistrados de su partido, lanzaron entonces piedras y granadas de fabricación doméstica. El edificio sufrió desperfectos, los huéspedes salieron en estampida y la Policía impidió que los sandinistas se tomaran las instalaciones, pero no detuvo a nadie. La oposición pide apoyo a la OEA, entidad que quedó desprestigiada tras su pobre actuación en la crisis de Honduras, cuando el presidente legítimo fue expulsado por una alianza político-militar.

Como a menudo los problemas internos inducen a ciertos gobernantes a promover problemas fronterizos que desvíen la atención, Ortega no tardó en encender fuegos de distracción en la zona marítima limítrofe con Colombia. El 22 de abril, embarcaciones de bandera nacional que se dedicaban a la pesca en el Caribe fueron capturadas por la Fuerza Naval nicaragüense y retenidos sus 32 tripulantes. Alega Managua que se hallaban en sus aguas territoriales, mientras que Colombia sostiene lo contrario. En un duro comunicado, el canciller Jaime Bermúdez pidió la inmediata repatriación de pescadores y naves y denunció la acción como "una flagrante violación del Derecho Internacional". Si bien ayer se anunció el regreso de los primeros retenidos, habrá que estar atentos. Todo indica que cabe esperar más inquietud interior en Nicaragua y, por consiguiente, más ejercicios de distracción en la frontera.