Las farolas de gas llegaron a Berlín desde Londres en 1826. Los ingleses exportaban entonces su invento, la revolución industrial, y llegaron a Berlín a instalar la iluminación urbana en la avenida Unter den Linden, con sus farolas, sus técnicos y hasta con sus peones. Alemania continuó desarrollando la luminotecnia de gas hasta los años cincuenta del siglo pasado, cuando la modernidad dictaba que había que apearse de ella. Por esa razón, los faroles berlineses no tienen nada que ver con aquellos incandescentes de nuestra infancia que precisaban encendido manual a cargo del correspondiente farolero.

Los de aquí arden sin llama, en contenedores de porcelana, y se activan automáticamente. Independientemente de su aspecto, son técnicamente modernos.

¿Cuál es la diferencia entre una farola de gas y una eléctrica ? Todo un mundo, dice Markus Jurziczek von Lisone, de 38 años, un activista que anima la iniciativa ProGaslicht. La luz de gas no agrede, no deslumbra, no es fría. Es cálida... y no mata insectos porque carece del espectro azul que los atrae y los consume.

El gobierno de Berlín, que quiere acabar con la luz de gas, responde que esta iluminación "es más cara". Los números del Ayuntamiento indican que cada luz de gas cuesta anualmente 300 euros más que una eléctrica. Según la iniciativa ProGaslicht es menos de la mitad. El problema es que cambiar los 44.000 faroles de Berlín, la mitad de los existentes en toda Alemania, supone un gasto que se tardaría más de 30 años en amortizar. Y la vida de las farolas eléctricas es también más corta. El tema es polémico.

"Al final nos preguntamos si la opción más barata es siempre la mejor; si ese fuera el caso, habría que construir los puentes más baratos, sin atender a otras consideraciones", dice Jurziczek, berlinés de origen bohemio.

Además del dinero, otro presunto adversario del gas es el calentamiento global, un tema crucial en un ayuntamiento con considerable influencia verde. Los faroles de gas son responsables del 0,02% de la emisión urbana de CO , algo bastante anecdótico al 2 lado del automóvil y la calefacción. Yes ahí donde entran en escena los insectos: cuantos menos haya, menos pájaros que se alimentan de ellos. "Con esta consideración hemos logrado que los defensores de la naturaleza estén divididos entre el CO y los insectos", 2 dice Jurziczek.

El próximo reto de la iniciativa es impedir que el Ayuntamiento decida, en las próximas semanas, retirar 8.500 farolas de los años cincuenta. En los últimos años muchos ciudadanos han reparado en las agradables virtudes de la luz de gas. La cálida luz de un farol es algo que el peatón puede ignorar hasta que alguien le llama la atención. Eso es lo que ha hecho ProGaslicht. En decenas de ciudades han surgido iniciativas. El grupo prepara ahora una excursión nocturna en autobús con los diputados berlineses.

Puede parecer una pequeñez, pero un país en el que los ciudadanos llevan su preocupación por el entorno, por el patrimonio y el destino de los insectos hasta el extremo de organizarse e intervenir denota un sentido de la responsabilidad tan envidiable como exótico en aquellas latitudes donde la dejadez, la cutrez y la indiferencia pasan por virtud.