El banco está en "buena forma", declaró, con una misión claramente identificada: enfrentarse a la pobreza mundial.

Wolfowitz asumió en la principal institución prestamista de las naciones más pobres del planeta a pesar del amplio rechazo que ha generado por su papel como arquitecto de la invasión de Estados Unidos a Irak.

Por ello, ha tratado de calmar a sus críticos invitándolos a reunirse con él, e incluso ha facilitado su dirección de correo electrónico a los empleados del banco que mantienen ciertas reticencias para con su nuevo jefe.

Wolfowitz señaló a los periodistas que su prioridad inmediata será África, pero sin olvidar las necesidades de Latinoamérica, Oriente Medio, y Asia.

"África tiene una dependencia y necesidad del banco que sobresale por encima de todas las otras personas que necesitan lo que este banco tiene para ofrecer", dijo Wolfowitz, reconociendo que aún tiene mucho por aprender.

Wolfowitz, que afirmó ser "cautelosamente optimista", señaló que "Hay un largo, largo camino por andar, pero yo no encontraré nada más satisfactorio que, al final de mi paso por esta institución, sentir que he tenido alguna participación en lo que espero podría ser un período en el que África pase de ser un continente de desesperación a uno de esperanza".

Wolfowitz manifestó también que continuará con la campaña del presidente saliente, James Wolfensohn, para eliminar la corrupción en los proyectos del Banco Mundial, e impulsará la reducción de esas prácticas en los países que reciben préstamos de la institución.