Era muy probable que la resolución fuera la que fue, declarativa, casi prescindente y con un mensaje claro: “terminen con esta guerra de botones. Son gente grande, maduren de una vez y solucionen como adultos un problema tan puntual como técnicamente simple”.

Poco tiempo atrás la misma Corte y también por catorce a uno, había dicho lo mismo al petitorio argentino de paralizar las obras como medida precautoria. Pero ahora ya esta hecho, no es tiempo de pasar facturas, es tiempo de dar más crédito sin fisuras y apoyar, porque está en juego el superior interés del país todo, su imagen y la seriedad de la región.

Los dos países han ganado o perdido un incidente cada uno y esperan confiados el fallo final de un Tribunal de las Naciones Unidas pensado para resolver temas cruciales en el mundo, pero que las limitaciones unánimes y sin atenuantes demostradas por estos lares, le pusieron a cargo a pedido del gobierno de Argentina. Ninguna relación debieran de tener estos fallos incidentales de hoy, con el fallo de fondo, que resolverá la suerte de la mayor inversión externa en la historia del país y la seriedad de las inversiones por estas tierras.

Al comienzo del problema propusimos al gobierno invitar al gobierno argentino a plantear ante OEA la elaboración de un Reglamento Modelo que establezca los parámetros a cumplir por cualquier planta de producción de pasta de celulosa, en cuanto a estándares de contaminación admisible y medidas de control permanente. Informábamos entonces, antecedentes de reglamentos sobre materias mucho más complejas que esta pastosa situación.

Planteamos además que ambos gobiernos comparecieran ante la Corte de la Haya en forma conjunta, para que esta resolviera sólo los puntos no acordados, procurando evitar el complejo cara o cruz que pronto caerá hacia algún lado necesariamente, salvo que la Corte por cansancio, actúe salomónicamente en forma mas declarativa que sustantiva.

Quizás ahora -facilitador mediante- debieran ser consideradas nuevamente estas alternativas, que podrían ser técnica y políticamente definitivas, más aún si se le suma el permanente seguimiento  conjunto ya ofrecido por Uruguay, ofreciendo además auditarlo  ambientalmente por una organización externa a ambos países.

Lo importante es tener una estrategia clara. Ambos gobiernos debieran tener bien definidos los objetivos y los procedimientos y apegarse estrictamente a ellos. HABLAR POCO y que sean pocos lo que hablen sabiendo de lo que hablan y sobre todo, las consecuencias de sus dichos.

Debe cuidarse lo que se dice porque la globalización informativa no es un mito.

No es posible que día a día diferentes altos voceros oficiales, opinen cosas opuestas sobre temas centrales.

No puede sustentarse una posición dentro del país y luego en el exterior o en los medios internacionales decir lo contrario. El doble discurso tarde o temprano descoloca irremediablemente a quien lo practica. Es una actitud política capaz de producir consecuencias tan graves como irreparables en los intereses nacionales transitoriamente a cargo de todo alto funcionario de gobierno.

Quizás no se le diga nunca, pero cuando así se actúa, el interlocutor sabe de antemano que no hay seriedad posible.

No hablamos de acciones de mala fe, pero resulta esencial para Uruguay y también para Argentina, cuidar minuciosamente los detalles, porque la suma de esos detalles construye el todo o lo determina, ante un mundo inversor que nos mira sin entender tantos absurdos meticulosamente acumulados en la zona.

En este asunto de las plantas de celulosa Uruguay tiene razón, como tenemos razón en afirmar la evidente ilicitud de los cortes de ruta que bloquean al país. Hoy la corte entendió que no hay daño y no dispuso medida alguna, aunque por aquí se ayudó mucho a que así fuera.

El tema de fondo aún está en la Haya y las cosas están donde están. Una planta a poco tiempo de comenzar a producir y un gobierno argentino antes prescindente ante los bloqueos, ahora constreñido por la ventaja de este fallo a su favor por una acción promovida por Uruguay. Es hora de ser muy sólidos y muy prácticos.

Es tiempo de diálogo facilitado. No negociar mientras estén los cortes, después de este fallo que los deja en pie y pasado el cenit de la temporada turística ya no es válido ni realista. Las cosas son como son, con el MERCOSUR prescindente, con la abusivamente solicitada Corte de la Haya y sus alternativos dictámenes incidentales recientes a la vista y con un facilitador de alto nivel en acción, es menester actuar con suprema racionalidad y profesionalidad, teniendo en cuenta todas las variables, pero sobre todo la realidad en que se encuentra inmersa nuestra indiscutible razón y los hechos a punto de consumación definitiva.

Las plantas funcionarán por muchos años, se requiere entonces una respuesta acorde que permita a la región crecer en armonía, con la tranquilidad que sólo da la paz y la confianza inteligentemente sostenida.

(*) Representante Nacional – Partido Colorado