Sin duda que en este caso se trata de un cambio sustancial y positivo respecto del criticado esquema aplicado hasta hoy y desde que se creó el  ministerio en este periodo.  

Se trata ahora de la utilización de dos institutos de neto corte batllista: El sistema pensionario a la vejez y el sistema de Asignaciones Familiares, ambos impregnados de humanismo y practicidad, sin el peligroso asistencialismo degradante de la dignidad de las personas económicamente pobres.     

Era mala cosa el asistencialismo implantado, porque siempre es un circulo de dependencia en torno a quien carece de recursos, porque le obligaba a esperar el “generoso” estipendio de favor que deriva no de un derecho adquirido desde una fuente legal, sino de una clasificación tan transitoria como degradante de persona indigente, previamente rotulada.  

La pobreza extrema de quien no encuentra como superarla no es su vergüenza, solo es vergüenza insuperable para la sociedad. Pero resulta claro que la estigmatización aun no querida de ser inventariado, clasificado y rotulado,  para poder recibir la caridad del gobierno, no puede ser la formula de superación  personal en democracia.  

Por eso hemos reclamado que fueran estos instrumentos garantistas del Banco de Previsión social, desde la raíz misma del sistema, y la formidable estructura y función de las Asignaciones Familiares, las que cumplieran las prestaciones dentro del marco de una ley especifica.  

Por otro lado se erige a la mujer “jefa de hogar” como pívot del sistema, y ese sin duda es otro acierto que recoge la experiencia de muchos años en el país. El estado de disgregación familiar extendida como un drama se debe resolver o habrá que resignarse a la perdida de la transmisión efectiva de los modelos de conducta y cultura social que nos dieron la matriz de una sociedad solidaria, integrada y pluralista. La experiencia ha enseñado que es en torno a la mujer que se construye el mejor manejo de los recursos como lo ha sido siempre, y esto debía ser una vez más reconocido en el momento de establecer quien cobra y administra el beneficio.  

Siempre habrá excepciones y el sistema debe estar atento ante la aparición de cualquier patología, pero lo demostrado es que ha sido la mujer como ha sido tradicional en el país, quien hace verdaderas maravillas con los escasos recursos de que dispone.   

Como batllista que cree sin vacilaciones en la importancia de una sociedad que ayuda a resolver los dramas de su gente sin afectarle su dignidad y su libertad, este es un paso adelante. Para quienes sabemos que es posible tener una sociedad que respete al individuo en su libertad y en su intimidad, pero que al mismo tiempo no lo deja solo en su infortunio; para quienes nos ofende el neoliberalismo prescindente y el dirigismo invasivo como paradigma, lo que se nos informa ahora como plan nos parece buena cosa.  

Es volver a usar los instrumentos que el Uruguay Batllista creó para ayudarse a ser mejor desde su gente y las familias, pero siempre buscando la salida en la dignidad del trabajo que con buena distribución es la verdadera receta para salir de la pobreza, como ya lo hemos demostrado.  

Una pena que se trate de organismos hoy sin control  político de la oposición, pero esa es otra historia, como lo es que en medio de este plan, nos caiga el gravamen al trabajo y la jubilación, en un momento donde el estado se beneficia de un tiempo de bonanza internacional y cuenta con recursos tan cuantiosos, que habría que remontarse a casi la mitad del siglo veinte para ver una situación similar, aunque la recaudación tributaria y la obtención de recursos por endeudamiento externo, esta superando cualquier medida histórica.  

Hay un viejo refrán que afirma sabiamente que cuando algo anda bien no se hacen cambios. El gobierno parece no estar de acuerdo y pone en grave riesgo la estabilidad de un sistema tributario vigente que le esta dando formidable cantidad de recursos económicos como nunca antes otro gobierno tuvo. Sin embargo, casi inexplicablemente se  pretende ir hacia el impuesto a la renta personal, un recurso tributario ya fracasado en el país, del que el resto del mundo va saliendo como puede.

Una reforma cuyo eje es gravar los sueldos y  las jubilaciones, golpeando gravemente el esfuerzo sostenido como soporte de la superación personal y golpeando  el consumo -como lo admiten por estas horas las autoridades-por lo que se afectará seriamente la creación y el mantenimiento de puestos de trabajo, verdadero e histórico instrumento de la lucha contra la pobreza en Uruguay. Cuanto desearíamos estar equivocados, pero pronto se verá si se sigue adelante con la idea.  

Venzo la tentación de referirme a lo hecho en materia social en periodos anteriores, por cuanto todo está prolijamente documentado en el formidable  trabajo de relevamiento que en plena crisis realizáramos todos los partidos en el período pasado, trabajando en la comisión especial parlamentaria sobre situación de pobreza en el Uruguay. Valga el recuerdo de esas jornadas con el recordado diputado Díaz Maynard, compañero de interminables horas de trabajo parlamentario fecundo, más allá de las divisas partidarias.

No es tiempo de comparaciones, es tiempo de expresar con claridad que nos pareció muy bien el enunciado general del plan de equidad que se nos ha propuesto, y eso es lo que hoy realmente nos importa dejar dicho, porque nobleza obliga y lo cortés no quita lo valiente.

(*) Representante Nacional.- Partido Colorado .-Uruguay.