Hoy las sospechas apuntan hacia ellos como probables responsables de la ejecución de personal diplomático estadunidense en Juárez, un incidente que ha tensado la relación con Washington y puesto en tela de juicio —una vez más— la efectividad de la estrategia del gobierno federal contra el narcotráfico. “Los Aztecas están trabajando como sicarios y transportadores de droga. Nuestras fuentes callejeras nos dicen que Barrio Azteca ha decidido cooperar abiertamente con Vicente Carrillo en su lucha”, dijo a M Semanal el detective Andy Sánchez, de la Unidad de Pandillas de la Policía de El Paso, ciudad conmocionada la semana pasada por la muerte de un agente policiaco de la oficina del Sheriff mientras estaba de franco en Ciudad Juárez.

Se sospecha que cruzan a México y son armados aquí por La Línea —el grupo de sicarios del cártel de Juárez—, para después ejecutar a sus rivales y regresar sin problemas a Estados Unidos. Por el momento las autoridades mexicanas y estadunidenses responsabilizan a esta pandilla, con más de dos mil integrantes, de la ejecución el pasado 14 de marzo de Arthur Redelfs, el policía de la oficina de prisiones del Sheriff de El Paso, y de las demás personas ligadas al consulado de Estados Unidos en Juárez. La muerte de Redelfs, quien por su trabajo tenía contacto cotidiano con decenas de prisioneros de Barrio Azteca en Texas, terminó por acentuar la sospecha arraigada desde hace meses en círculos policíacos de Chihuahua: probablemente sin ningún control y sin medir las consecuencias, la pandilla está operando en México. Del lado estadunidense de la frontera se confirma esta versión.

Sánchez, quien ha trabajado a lo largo del último año y medio en la tarea encubierta de penetrar a Barrio Azteca —y quien por razones de seguridad pide no ser fotografiado para la entrevista—, asegura que uno de los acuerdos a los que ha llegado la pandilla con Carrillo es el de ayudar en asesinatos en territorio mexicano a cambio de obtener droga para distribuirla en el sur de Texas. “Los Barrio han aprendido a identificar todos los ‘tiendas’ —vendedores de droga— en El Paso y otras ciudades de Texas, para hacerse del control de la distribución de droga, y ahora cobran 15 por ciento de todas las ventas como derecho de piso”, dijo.

Hay quienes sostienen que la conexión entre pandillas y cárteles, como la que ha tomado forma entre los Barrio Azteca y la organización de Vicente Carrillo, no sólo era de esperarse, sino previsible: representa una evolución económica. Por así decirlo, una especialización. “Hay una evidencia muy clara de que estas pandillas operan al servicio de los cárteles de la droga. No forman parte de los cárteles en sí. Diría que más bien operan como apéndices, como una especie de subcontratación. Se les pide matar”, consideró Tony Payan, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de El Paso, en Texas.

Como fuere, en respuesta aparente a la muerte de Redelfs, apenas el jueves pasado y en la que se ha convertido ya en la redada más grande ordenada por agencias de seguridad en El Paso en los últimos años, decenas de agentes federales y estatales estadunidenses se dieron a la tarea de atrapar y “exprimir información” de los operadores de Barrio Azteca para determinar su conexión con la muerte de Redelfs. “La comunidad policial de El Paso se ha unido hoy para localizar a los miembros de Barrio Azteca dentro de una campaña para recolectar información sobre estos asesinatos en Juárez”, aseguró la vocera del FBI en El Paso, Andrea Simmons.

Extraoficialmente, en El Paso ya se habla de que la respuesta a la muerte de Redelfs será contundente, un ejemplo para evitar que la situación en esa ciudad fronteriza —la segunda más segura de todo Estados Unidos y baluarte de la política de seguridad de Washington en la franja limítrofe— se deteriore como ha sucedido en Juárez. “No vamos a permitir que lo que ha pasado en México nos pase aquí”, prometió Marco Cordero, titular de la Unidad de Pandillas del FBI en El Paso.

A la espera de que la redada produzca información de inteligencia confiable, se tiene confirmado que la pandilla —fundada en 1986, en una prisión estatal de Texas— ha participado recientemente en al menos dos asesinatos más en Juárez, en particular en la masacre de estudiantes acontecida en Villas de Salvárcar en enero.

“LA GANGA”

El perfil trazado por el FBI sobre Barrio Azteca explica en buena medida el meteórico ascenso de la pandilla de simple grupo callejero en la década de los noventa a equipo de sicarios de élite y distribuidores de droga al mayoreo en los últimos meses. “Barrio Azteca es una de las pandillas más violentas de Estados Unidos. Es una pandilla altamente estructurada que tiene aproximadamente dos mil miembros. La mayor parte son mexicanos o méxico-estadunidenses, activos predominantemente en la región suroeste de Texas y en el sureste de Nuevo México”, aseguró el Buró Federal de Investigaciones en su reporte anual sobre pandillas 2009.

Su escalafón es similar al militar: capo (líder que controla las operaciones regionales, generalmente desde la cárcel), teniente (a cargo de una ciudad), sargento (encargado de operar barrios), prospectos (potenciales reclutas) y esquinas (familias que, aun sin formar parte de la pandilla, colaboran en tareas de inteligencia).

El informe del FBI Añade: “La principal fuente de ingresos de la pandilla es el contrabando de heroína, cocaína en polvo y marihuana de México a Estados Unidos, para su distribución tanto en las cárceles como en el exterior de éstas. Los pandilleros suelen transportar las drogas desde México para cárteles mexicanos”. Se les ha relacionado con los siguientes delitos: contrabando de migrantes, asalto agravado, robo, extorsión, secuestro y tráfico de armas. El FBI predice que en los próximos meses y años se fortalecerá aún más su presencia en la guerra del narco. Y es una organización que ha demostrado ser resistente.

El año pasado, Barrio Azteca sufrió el que muchos consideraron golpe mortal a sus operaciones al ser detenidos varios de sus líderes —bajo la ley anticrimen organizado RICO— y enviados a distintas prisiones de Texas. Sin embargo, a la distancia, Barrio Azteca ha mantenido su fortaleza. Incluso tras las rejas. “Saben muy bien qué hacer para que su organización funcione. Asumamos que podemos cortarles las llamadas telefónicas. Aun así mantendrían sus comunicaciones a través de familiares o cartas, o de gente cuando los visiten. Es como en las películas: cuando la gente entra a la prisión trae nueva información. Y cuando la gente sale, se lleva las órdenes. Saben cómo mantener sus comunicaciones. Es su modo de vida”, dijo Cordero, quien prometió que en las próximas semanas se anunciará un nuevo caso RICO involucrando a las pandillas de El Paso. “Vamos a darles un golpe fuerte”, advirtió.

Pero, al menos en apariencia, la pandilla ya golpeó primero. La oficina del Sheriff del Condado de El Paso —la entidad a la que iba dirigido el golpe de Los Aztecas— asegura que ha sido virtualmente imposible cortar las comunicaciones de los líderes de la pandilla con sus sicarios en las calles. “La comunicación ha sido una de sus claves para tener éxito, para moverse y seguir teniendo éxito”, dijo José Soria, integrante de la Unidad de Inteligencia de Pandillas del Sheriff.

—¿Cómo se comunican?

—Por llamadas telefónicas, cartas, mensajes de texto en celular. Tienen una red de comunicaciones muy grande.

—Se ha dicho que usan náhuatl en sus mensajes.

—Sí. Usan slang, mensajes codificados, mensajes ocultos. Tienen todo un arte para enviarse mensajes. Hemos descubierto que han usado náhuatl en sus cartas, incluso en sus tatuajes.

—¿Y qué han hecho con estas cartas en náhuatl?

—Se las hemos dado al FBI.

—¿Y qué les han dicho?

—Hasta el momento no nos han respondido.

Aparecido en un foro de internet, un mensaje presuntamente redactado por un Azteca bien podría resumir el giro que ha dado la batalla. Está en náhuatl y hoy más que nunca tiene ecos tanto en México como en Estados Unidos, con Texas de por medio: “In quexquichcauh ayc polihuiz in intenyo initauhca in Barrio Azteca”. La traducción: “En tanto permanezca el mundo, nunca acabará la fama y la gloria del Barrio Azteca”.

LA GUERRA CALLEJERA

El escenario es aún más complicado en el futuro. En lo que podría ser el inicio de una batalla callejera de gran envergadura en la región de El Paso y Ciudad Juárez, nuevos jugadores han decidido acercarse al escenario. “Nosotros sabemos que Barrio Azteca trabaja conjuntamente con La Línea de Carrillo y ahora estamos viendo la llegada de pandilleros ligados a Los Sureños (pandilla californiana). Nuestro análisis es que si Los Aztecas trabajan con el cártel de Juárez, Los Sureños terminarán por alinearse con El Chapo”, añadió Cordero.

—¿Cuál es el peor escenario al que se enfrenta la región ante la llegada de Los Sureños? Barrio Azteca no va a tomar con gusto la competencia…

—No, en efecto. El peor escenario es que quieran defender su territorio. Esperamos que sea de una forma no violenta. La verdad es que es difícil saber cómo Los Aztecas van a enfrentar este reto. Esperemos que puedan negociar un acuerdo. Pero, en respuesta a su pregunta, sí, podría haber más violencia en las calles.

El Departamento del Sheriff de El Paso admite que en sus cárceles la situación ha dado un giro hacia lo peor. “Vemos a muchos Sureños llegar. Y estamos teniendo problemas con Barrio Azteca. Hay una guerra entre ellos y por eso tenemos que separarlos en el anexo (la cárcel del condado) por razones de seguridad. Si los mezclamos vamos a tener consecuencias”, indicó Soria.

Pero en las calles de El Paso y Ciudad Juárez no hay quien separe a Barrio Azteca de Los Sureños. O a sus nuevos jefes, los cárteles de Juárez y Sinaloa. El rumbo que tomará la guerra en la frontera con la irrupción de “las gangas” en la escena, está aún por verse.

**Publicada este domingo 21 de marzo en M Semanal, esta es una ampliación del reportaje aparecido inicialmente en Milenio Diario sobre Barrio Azteca, dos días antes de que el FBI se lanzase con todo contra la pandilla.