Este reportaje, que fue publicado en Milenio Diario la semana pasada, tomó bastante tiempo en ser elaborado y necesitó de pláticas con funcionarios diplomáticos, militares y civiles de distintos países –mexicanos, estadounidenses, italianos y guatemaltecos-- para poder ser completado. Para mi mala fortuna, cometí un error: lo cociné demasiado tiempo y el Washington Post se adelantó. Publicó algo al respecto hace como tres semanas.Aun así, valía la pena dar la perspectiva mexicana y no echar al trasto meses de reporteo. La historia, que se me insertó en la mente a principios de este año, tiene su origen en una pregunta: ¿de dónde vienen?.
La realidad es que desde hacia bastante
tiempo tenía la sospecha de que las granadas de fragmentación que están
destrozando México no salen de Estados Unidos, en particular porque no se
venden tan fácilmente como una ametralladora o una pistola. En EU son material
prácticamente de uso exclusivo militar.
Una plática con un oficial mexicano de
fuerzas especiales detonó mis dudas. “Las granadas nos están pegando muy duro”,
me dijo. “Hace poco perdí a un soldado por una esquirla a la nuca”. Él
sospechaba que venían de China y Centroamérica, pero no tenía certezas al
respecto.
La respuesta a esta interrogante, de
todos los lugares posibles, me la dio un agente federal estadounidense en
Arizona. Las granadas vienen, dice la tesis de Washington, de Centroamérica,
viejos remanentes de la guerra fría, una pesadilla que ahora se extiende en
México décadas después de que Estados Unidos y la Unión Soviética jugaran a las
vencidas en la parte más frágil del continente.
Espero les interese. Incluyo documentos
desclasificados de la Policía Federal extremadamente interesantes que permiten
establecer qué tan serio es el riesgo que representan las granadas de
fragmentación en México.
Saludos a todos.
Vìctor Hugo Michel, 6 de septiembre de
2010.
En las montañas de
California.
¿Quiere saber más de granadas de mano?
Las granadas que están destrozando a
México vienen de Guatemala: EEUU
Víctor Hugo Michel, enviado
Tucson, Arizona
Los cárteles en México son abastecidos
de granadas de fragmentación provenientes de arsenales de ejércitos
centroamericanos que fueron desviadas al mercado negro y ahora se venden en
territorio nacional a precios de risa, advirtió el Buró de Alcohol, Tabaco y
Armas de Fuego de Estados Unidos (ATF, por sus siglas en inglés).
“El trabajo que estamos haciendo con México nos llevó a darnos cuenta de que
grandes cantidades de granadas empleadas por Los Zetas, que hemos encontrado en
sus campamentos, vienen de los inventarios del ejército de Guatemala. El
gobierno de ese país reconoció que tiene un problema y ya trabajamos para
resolverlo”, reveló William Newell, director regional de la ATF para Nuevo
México y Arizona.
—¿En cuánto se venden?
—Creemos que en no más de 70 o 75 dólares por pieza.
Conforme avanza la guerra con y entre los cárteles, el uso de granadas como
arma preferida se ha multiplicado gracias a su alto poder de destrucción y la
dificultad que genera entre las fuerzas federales para tomar contramedidas
efectivas, según revela una investigación realizada por este diario entre
autoridades militares y a través de solicitudes de información.
De acuerdo con archivos proporcionados por la Sedena y la Policía Federal, el
número de ataques con granadas contra personal policiaco ha representado bajas,
heridas permanentes y muertes de al menos 35 agentes y soldados en este
sexenio, sin dejar de lado el atentado del 15 de septiembre de 2008 en Morelia,
Michoacán, con saldo de ocho muertos y más de 100 heridos.
Pero la mayoría de ataques ocurrió en los últimos meses. Datos del Ejército
detallan que sólo en 2010 ocurrieron 16 batallas o emboscadas en las que se
emplearon granadas. En este sexenio las tropas terrestres han sido agredidas a
granadazos en 32 ocasiones.
En tanto, entre 2000 y 2006 no se tienen registros de ataques con estas armas,
informó la Sedena, en respuesta a la solicitud de transparencia 0000700102310.
Sin embargo, de 2006 a la fecha han fallecido 12 militares por ataques con ese
armamento.
Pese a reiteradas solicitudes, la Oficina de Comunicación Social de la PGR se
negó a dar datos sobre el número de agresiones de esta naturaleza que han
sufrido sus agentes y si ha consignado a traficantes de granadas.
En tanto, datos proporcionados por la Policía Federal dan cuenta del peligro
que representan esos explosivos. Gracias a su potencia, suelen herir a grupos
enteros de oficiales, como ocurrió en Michoacán y Sinaloa, en 2008 y 2009. En
ambas ocasiones, con una sola granada, se causaron ocho y siete bajas a las
fuerzas federales.
“No hay forma de defenderse efectivamente de las granadas, ni con blindaje
táctico. Son un fuerte dolor de cabeza”, admitió un alto funcionario de la
Secretaría de Marina consultado.
•••
Newell expuso que el uso de granadas
llegó a tal grado que la ATF, Sedena y la PGR abrieron desde 2008 una
investigación común para indagar de dónde provienen, pues a diferencia de
muchas armas automáticas y semiautomáticas empleadas por los cárteles, este
explosivo no se puede comprar en las armerías de EU.
Conforme a las leyes federales vigentes en ese país, las granadas son
consideradas “explosivo destructivo” al que la población civil no tiene acceso.
Según la ATF, ni una sola granada recuperada en México es de Estados Unidos. El
stock que está en manos de los cárteles debe venir de otro lado.
“Las granadas militares no se pueden comprar en Estados Unidos porque están
muy, muy controladas”, reiteró Newell, quien detalló que en la investigación
conjunta los gobiernos estadunidense y mexicano tuvieron acceso a un dato poco
conocido: cada pieza tiene un número de serie imborrable que identifica origen,
país de producción y año de venta.
Fue así como muchos explosivos fueron rastreados en Guatemala, El Salvador y
Belice.
“Las granadas militares que se decomisaron en México vienen de países
centroamericanos. El trabajo que realizamos con la Sedena indica que fueron
vendidas a estos gobiernos entre 1988 y 1990”, dijo Newell. “Pero como tienen
problemas para controlar sus inventarios, muchas han terminado en el mercado
negro”, añadió.
Inicialmente los explosivos fueron vendidos a ejércitos centroamericanos
(inmersos en luchas contra grupos guerrilleros) por contratistas europeos y
estadunidenses, como parte del mercado mundial de armas. Pero después de la
firma de acuerdos de paz, los sobrantes, miles de piezas, se quedaron en la
región.
Y se volvieron material de exportación ilícita.
“Lo cierto es que en los grandes envíos de granadas todas son exportadas
lícitamente por instituciones que pueden hacerlo, pero después, porque no hay controles
eficaces, o incluso por mala voluntad, se desvían a los circuitos criminales.
Ese puede ser el caso de las granadas”, consideró Antonio Mazziteli, titular de
la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito en México (UNODC).
•••
La prensa guatemalteca documentó entre
2006 y 2008 dos grandes robos a los arsenales de esa nación, orquestados por el
crimen organizado, auxiliado aparentemente por elementos de las fuerzas armadas
de ese país centroamericano.
“Dos golpes generaron al ejército de Guatemala pérdidas de más de 600 armas,
miles de granadas y decenas de miles de municiones en dos años. En ningún caso
hubo detenidos y tampoco una explicación de cómo pudieron llevarse el armamento
y burlar una seguridad tan estricta como la militar. Lo obvio es pensar que
utilizaron vehículos para retirar las armas de cada base”, publicó el
Periódico, de Guatemala, el 14 de abril pasado.
Los saqueos ocurrieron en circunstancias inverosímiles. Uno, ocurrido en
diciembre de este año, se dio cuando los estudiantes del Colegio Militar
guatemalteco estaban de descanso. La armería fue asaltada y nadie vio nada,
sino hasta varios días después.
El segundo caso ocurrió entre junio de 2007 y enero de 2008 en la base Mariscal
Zavala, donde las armas están guardadas en una fortaleza construida en el
interior de una montaña, en el norte de la capital guatemalteca.
De esa proverbial caja fuerte fueron extraídas miles de armas, pistolas y
granadas en seis meses.
“Son armas que no caben en el bolsillo del pantalón; aun así nadie vio nada en
los tres controles de seguridad que tiene la mayor bodega de armas del
ejército, una bodega que está construida bajo una montaña.
El caso tiene el agravante de que las armas aparecieron poco a poco en manos de
traficantes de drogas. Muchas fueron recuperadas en un reducto de Los Zetas”,
asentó el Periódico.
http://twitter.com/vhmichel
Ataques con
Granadas a la Policía Federal de México
http://www.scribd.com/doc/36997100/Ataques-con-Granadas-a-la-Policia-Federal-de-Mexico
Más sobre el tema:
Treinta balas contra un AK-47
Guatemala, ¿primer narco-Estado de
América?