Si el gobierno de México decide elevar los impuestos sobre el tabaco —como actualmente se discute en el Congreso de la Unión—, el crimen organizado tendrá un “enorme incentivo” para hacer de los cigarrillos una mina de oro de miles de millones de dólares y un nuevo motor económico para financiar sus actividades ilícitas en el país.

Ésa es la advertencia que lanza British American Tobbaco (BAT), la segunda firma mundial más grande del ramo, cuyos directivos sentencian: inmerso en guerras por el narcotráfico, el contrabando, la piratería y la venta de armas, México está en riesgo de abrirse un nuevo frente y convertirse en un “paraíso de contrabandistas” de tabaco.

Lo anterior, por la intención de “gravar excesivamente” a los cigarrillos, que en México podrían llegar a costar el próximo año hasta 50 pesos por cajetilla, si es que las propuestas de asignarles nuevos impuestos, planteadas por dos senadores del PAN —Ernesto Saro y Ricardo García Cervantes— son aprobadas en el Poder Legislativo.

“Como sus gobiernos están incrementando los impuestos sobre el tabaco de forma constante, el principal problema que México podría tener es que en algún punto, si ya tienes grupos de crimen organizado bien establecidos, su paso lógico siguiente es involucrarse en el tabaco”, alertó Eric Gagnon, administrador de Asuntos Externos de la British American Tobbacco en Canadá.

Confrontada con dos iniciativas por separado que plantean elevar para 2011 los impuestos sobre cada cajetilla a 10 y 14 pesos, la BAT señala que México corre peligro de encontrarse en la misma pesadilla que Canadá experimenta desde 2005, cuando la carga fiscal excesiva que impuso el gobierno —75 por ciento— terminó por allanar el camino a que el crimen organizado desplazara a la industria legal.

“La situación en Canadá es muy grave y ha empeorado en los últimos 10 0 15 años, al punto de que 50 por ciento del tabaco consumido en Canadá central ya es ilegal. Esas son cifras de la Real Policía Montada de Canadá”, expuso Peter Seeman, vocero de la Coalición Nacional Canadiense contra el Tabaco de Contrabando.

A decir de Seeman, en los últimos cinco años, Canadá, un país que sobresale en virtualmente todas las mediciones internacionales de transparencia y combate a la corrupción, ha visto cómo en algunas de sus provincias —Quebec y Ottawa, específicamente— el mercado del tabaco literalmente ha caído bajo control del crimen organizado.

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Se les conoce como pandillas de motociclistas ilegales y su principal exponente son los Hell’s Angels, una dispersa confederación de pandilleros que se extiende desde Estados Unidos a Canadá y que se caracteriza por merodear las carreteras de Norteamérica en sus vehículos.

A los Hell’s Angels se les ha vinculado con todo tipo de negocio ilícito, desde asesinatos bajo contrato, tráfico de drogas y armas, hasta el contrabando de personas. Hoy, en Canadá, estas pandillas son uno de los principales baluartes de la floreciente industria del tabaco ilegal, pero no el único: el negocio es tan bueno que ha atraído a mafias de países distantes como Rusia y China, o tan cercanos como Estados Unidos.

La Real Policía Montada de Canadá estima que 175 grupos criminales en total se han lanzado de lleno a explotar el mercado negro.

“Lo que está pasando es que el crimen organizado se ha adueñado del negocio del tabaco. Tienes en algunas provincias que 40 por ciento de los cigarrillos que se venden ya son ilegales Y lo que pasa es que es el crimen organizado el que está administrando toda la industria”, indicó Gagnon.

La industria ilícita del tabaco en Canadá tiene dos vertientes: opera en base a cajetillas de contrabando, traídas desde Estados Unidos —donde son sustancialmente más baratas— y con fábricas clandestinas, laboratorios ocultos en bosques y reservas indias canadienses, en las que se producen miles de cigarrillos sin control alguno.

De acuerdo con los argumentos de la BAT, las cargas fiscales que el gobierno canadiense ha establecido en un esfuerzo por reducir el número de fumadores desde 2005 han servido de detonante para que el mercado negro prospere, y es ése, dice la industria, el principal riesgo que corre México: el de seguir el camino de Canadá.

“Con estas iniciativas se incrementarán los precios aproximadamente 50 por ciento. Una cajetilla que ahora vale 28 o 30 pesos, tendría que subir aproximadamente a 45 o 50 pesos. Esto abre un margen importante para que el mercado ilícito se detone”, señaló Gastón Zambrano, gerente de Relaciones Institucionales y Corporativas de la BAT México.

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La ecuación, de acuerdo con la industria del tabaco, es sencilla: a más impuestos por cajetilla, más incentivo para comprar cigarrillos ilegales baratos. Y a más cigarrillos ilegales, menos recursos para el gobierno y más dinero y poder para el crimen organizado.

“Hay que entender algo: si en Canadá el problema es serio, cualquier situación que pase en México será peor, porque habrá más dinero ilegal para financiar al crimen organizado. Si el mercado ilícito aquí (Canadá) es de 3 mil millones de dólares, ¿de cuánto será en México?”, planteaó Michelle Gadbois, vicepresidente de la Asociación de Tiendas de Autoservicio de Canadá.

“¿Por qué estamos enojados y peleando contra los impuestos? Porque han cerrado miles de tiendas por todo Canadá. Diez por ciento han cerrado el año pasado, en su mayor parte por el contrabando de tabaco, porque el tabaco era 40 por ciento de las ventas de nuestras tiendas”, añadió Gadbois.

Convertida en un grupo de presión importante —con miles de millones de dólares en ganancias—, la Asociación de Tiendas de Autoservicio de Canadá ha encargado a Gadbois tratar de convencer a las autoridades y sociedad de enfrentar el tráfico ilícito de tabaco. Es un vocero ruidoso contrario al contrabando.

Pero eso, precisamente, ya le ha valido ser blanco de las mafias que controlan el tabaco clandestino, un escenario atípico en Canadá.

“Ha habido amenazas, aunque no formales. Supongo que son lo suficientemente inteligentes para saber que sólo aceleraría la solución que nosotros estamos pidiendo, porque obviamente en Canadá el problema (del crimen organizado) no es tan extendido como en México”, admite.

—¿Le mandaron algún mensaje, una insinuación?

—No daré los detalles. Trato de no hacerlo personal. Pero por lo pronto tengo dos muy buenos pastores alemanes en mi casa.