Esos tres refugios, dice el activista, “están repletos de mexicanos”, entre ellos varios que han resultado heridos en tiroteos callejeros en Ciudad Juárez y cuyos familiares fueron asesinados, secuestrados o amenazados.

“Hay quienes en este momento no pueden regresar a Juárez porque los matarían”, añadió García. Informó que la campaña culminará el próximo 23 de abril con marchas y concentraciones en distintos puntos de Texas, especialmente en la sede del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (USCIS por sus siglas en inglés), encargado de procesar las solicitudes de asilo.

En la campaña se exige a Washington otorgar permisos migratorios temporales a los mexicanos que tengan razones verdaderas para no regresar a México y no deportar a connacionales que tengan temor de hacerlo sin que antes se investigue su caso.

El estatus de protección temporal (TPS) es una facultad del secretario de Seguridad Interna. Su objetivo es eliminar trabas migratorias de forma expedita para personas que se encuentren en riesgo inminente.

Personas de los siguientes países gozan de protección migratoria bajo el TPS: Honduras (debido a la violencia suscitada por el golpe de Estado), El Salvador, Burundi, Somalia, Sudán, Sierra Leona, Nicaragua y Haití (tras el sismo que devastó Puerto Príncipe el 12 de enero pasado).

“Es crucial y vital que se les dé esta protección a los mexicanos que tienen verdaderas razones para huir”, insistió García. “¿Por qué a ellos no?”

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Entre quienes han acudido a Annunciation House a pedir auxilio en los últimos meses hay periodistas, abogados, policías, profesionistas y trabajadores, personas a las que de una u otra forma la guerra en Juárez los expulsó de México. García asegura que ha escuchado la misma pregunta centenares de veces: ¿Cómo le hago para no regresar?

“Todas las semanas llega gente que busca hablar conmigo para ver sus posibilidades legales de quedarse aquí porque tienen miedo, terror de volver a México”, dijo.

Ni el gobierno de Estados Unidos ni El Paso cuentan con cifras definitivas de cuántos mexicanos han cruzado en busca de asilo político en los últimos dos años. Las estadísticas más recientes —de la policía paseña— apuntan a que 50 mil personas han cruzado la frontera para no regresar a México.

García, involucrado durante 30 años en tareas de asilo político con centroamericanos, africanos y asiáticos que han cruzado a Estados Unidos por la frontera con México, defendió esa cifra e insistió en que no es un mito la noción de que mexicanos estén cruzando para buscar asilo y huir de la batalla de Juárez.

Quienes han cruzado en los últimos meses, expuso, son aquellos que cuentan con visa láser y pueden permanecer meses fuera del radar de las autoridades estadunidenses. Por ahora se han fundido con la sociedad texana sin ser detectados.

En la actualidad la tasa de éxito para los mexicanos que buscan esta “opción legal” es menor a 0.5 por ciento: de un total de 3 mil 600 solicitudes recibidas el año pasado, el Departamento de Seguridad Interna aprobó menos de 50.

Los mexicanos que llegan a El Paso a solicitar refugio deben enfrentar su proceso privados de la libertad, en juicios que pueden tardan hasta dos años. “Creo que los estadunidenses piensan que si flexibilizan sus leyes de asilo se inundará la frontera”, dijo Carlos Spector, abogado de El Paso y especializado en asilo político.

Todo apunta a que Washington quiere cerrar la puerta y no pensar en el tema. A mediados de febrero pasado, el cónsul de Estados Unidos en Juárez, Raymond McGrath, dejó en claro que el Departamento de Estado no emitirá visas de emergencia a víctimas de la violencia en esa ciudad.

“La ley estadunidense no contempla una visa humanitaria. Hay visas de visita y si la intención es ir y regresar se califica para visa de visita. Eso está en la ley. Pero hay que acordarse que la seguridad de la ciudadanía es responsabilidad del Estado, del gobierno del propio país”, reportó la prensa local.

Luz Irazabal, portavoz del USCIS, rechazó dar cifras sobre cuántos mexicanos se han presentado en la frontera para pedir asilo. “Hablar de ciudadanos de México que estén pidiendo asilo es algo muy sensible”, justificó.

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Una anécdota permite encuadrar el drama de los juarences que hoy buscan asilarse en Estados Unidos y tienen razones de peso para no regresar a México: un domingo cualquiera de octubre pasado, una mujer y su familia, dueños de un taller automecánico, decidieron asar hamburguesas en un parque de Ciudad Juárez.

Alrededor del asador se reunieron seis personas. Minutos después tres camionetas frenaron frente a la fiesta familiar. Dispararon. Murieron cuatro personas y dos resultaron heridas de gravedad, una de ellas, la madre de familia, quien recibió cuatro disparos: uno en la pierna, otro en el brazo y dos más en cadera e hígado.

De emergencia fue llevada a un hospital de El Paso, único en la región con capacidad de atender un caso tan complejo. Desde hace dos meses, a petición del Departamento de Seguridad Interna, esta mexicana se encuentra refugiada en una de las casas de Annunciation House.

“Su familia, lo que quedaba de su familia se quedó a dormir en el estacionamiento del hospital. Hoy los tengo acá. ¿Cómo los podría regresar a México?”, pregunta García.