Las llamadas —y las ventas— no se han detenido desde hace dos años. Se han acelerado con la cercanía de las campañas presidenciales. Han sido de la coordinación de tierra de diferentes candidatos, del gobierno federal, una alcaldía al norte del país y del Poder Judicial.

También de un senador, un secretario de Seguridad Pública estatal y el hijo de un prominente político, por mencionar sólo a algunos. Todos quieren estar blindados.

Eventualmente, la industria predice que todos lo estarán. No es novedad que en México los vehículos blindados tengan alta demanda y que las ventas crezcan.

Pero desde 2010, la empresa TPS Armoring asegura haber notado un nuevo fenómeno: peticiones de todos los colores y sectores de la clase política mexicana.

Las preguntas son variadas: ¿Cuánto cuesta blindar una camioneta? ¿Estaría lista para las campañas? ¿Cuánto vale la renta de un automóvil blindado? ¿Tendrán algo discreto, para moverse en trayectos cortos? “Hemos atendido numerosos pedidos de políticos que quieren estar protegidos. El último trimestre ha sido muy movido”, dice Mauricio Natale, vicepresidente de la Asociación Mexicana de Blindajes de Automotores y gerente de la zona centro de TPS Armoring, empresa que controla casi una tercera parte del mercado nacional de los vehículos blindados.

En los últimos dos años, en un periodo que coincide con la muerte de un candidato a gobernador, el asesinato de una veintena de alcaldes y un diputado federal y varios atentados contra funcionarios federales y estatales, además de numerosos secuestros de alto impacto, la industria del blindaje ha experimentado una transformación.

El uso de autos blindados, reservado en un principio a millonarios, empresarios, ejecutivos de trasnacionales o altos mandos, ha crecido hacia un mercado relativamente virgen: políticos de distintos niveles, no necesariamente los jefes ni aquellos ligados a áreas de seguridad, a los que ahora se extienden la protección antes reservada a unos cuantos.

“El mercado de los políticos mexicanos, el de los de elección popular, está creciendo mucho y va a crecer más. El gobierno, por ejemplo, se ha convertido en un buen comprador para nosotros, porque está en la mira de la delincuencia”, dice Natale.

“Antes el gobierno nos compraba siete camionetas al año. Ahora son 70”.Cifras de la Asociación Mexicana de Blindajes de Automotores confirman un ascenso marcado en la venta de vehículos especiales.

En 2009, se vendieron 2 mil camionetas y automóviles con diferentes tipos de protección. En 2010 fueron 2 mil 200. Para 2011 la cifra ya había llegado a 2 mil 930. Por primera vez, se espera romper la marca de las 3 mil unidades en 2012.

La lista de los principales consumidores de blindajes incluye a naciones como Colombia, Irak y Afganistán.“Las ventas de vehículos blindados en el país crecieron tan sólo el año pasado 35 por ciento”, señaló Natale.

De acuerdo con sus datos, las ventas de TPS se dividen ya 70 por ciento para la iniciativa privada —ejecutivos, empresarios y un creciente segmento de profesionistas— y 30 por ciento para el sector público, en el que áreas que antes jamás ordenaban blindajes ahora piden protección.

Es el caso del Poder Judicial, que ahora usa camionetas blindadas. “El gobierno invertía hace cinco años en chalecos, en patrullas. Pero ahora está invirtiendo en camionetas blindadas. Antes eran nada más la Procuraduría General de la República o la Secretaría de Seguridad Pública, pero ahora tenemos compras del Consejo de la Judicatura Federal, que antes no eran consumidores de blindajes, pero ahora sí para proteger a los jueces”, indicó.

Natale, originario de Colombia —participó en el boom de los blindajes que se suscitó en ese país durante la violencia de la década de los 80—, sostiene que es sólo cuestión de tiempo para que los políticos mexicanos de todos los niveles emulen a sus similares colombianos, que desde hace 20 años se mueven, básicamente, sólo si es en camioneta blindada.

“Hoy, en Colombia todos los senadores, los diputados, los jueces, tienen vehículos blindados, porque la delincuencia llegó a un punto tal que fue necesario blindarlos si es que se quería continuar con la democracia. Aquí el camino va a ser el mismo. Qué tanto tarde, no sé. Pero la tendencia va en el mismo sentido”, advirtió.

—¿Ahora que comienzan las campañas presidenciales ya les llamaron?

—Hemos sido contactados por diferentes entidades del gobierno. Quieren que les prestemos un servicio especial.

En la Ciudad de México, el consumo de blindaje es de nivel 2 o 3, para repeler sólo armas ligeras. Es por el temor a los asaltos callejeros.En años recientes, la industria también se ha enfrascado en una especie de carrera tecnológica con el crimen organizado, para tratar de reducir las vulnerabilidades de sus vehículos.

Por ejemplo, se han reforzado las juntas de las puertas, que antes solían ser fácilmente penetrables. Y ahora, se ha vuelto práctica estándar blindar los pisos, para evitar la amenaza de granadas o explosivos terrestres.

De los registros de TPS se desprende un dato adicional. No sólo las ventas se han disparado desde 2010. También el número de atentados: a sus talleres han llegado en los últimos dos años al menos 15 vehículos con impactos de bala, tanto de políticos como de empresarios de todo el país. Es un listado, inédito, de ataques en México.

El catálogo de la empresa, al que MILENIO tuvo acceso, muestra nueve SUVs, tres pick ups y un sedán, además de otras dos camionetas, baleadas en distintos incidentes.

Algunas tienen relativamente pocos impactos, como sucedió a un BMW que recibió cinco disparos el 14 de octubre de 2010 o una Tahoe baleada el 22 de junio del mismo año, con cinco tiros. También una Suburban, atacada el 9 de agosto de2010, con 40 disparos.

Otras unidades fueron blanco de verdaderas fusilatas. Las camionetas de la Secretaria de Seguridad Pública de Michoacán y el secretario de seguridad Pública de Escobedo tienen, entre sí, más de mil 400 disparos de distintos calibres.

En ambos incidentes, las balas no lograron penetrar el blindaje.