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22/04/2012 | México - La guerra de las prisiones. Los nuevos guardias carcelarios de México

Víctor Hugo Michel

En su forma ideal, el proyecto es que ellos y ellas no van a abrir las rejas ni apagarán las cámaras de vigilancia. Supuestamente neutralizarán los motines antes de que degeneren en masacres, no permitirán el ingreso de comandos armados a los reclusorios, y nunca, jamás, se prestarán a que un reo se escape “oculto” entre la lavandería.

 

La más reciente generación de guardias carcelarios en la que los gobiernos de México y Estados Unidos han depositado sus esperanzas para recuperar el control de los penales mexicanos, detener las batallas campales entre pandillas y enfrentar la infiltración del crimen organizado ya está en las etapas finales de su formación.

Sus integrantes se encuentran acuartelados bajo estricta protección en una escuela cerca de las Montañas Rocallosas, en Estados Unidos, y en un futuro no muy lejano su trabajo será no sólo custodiar a algunos de los miles de criminales de la peor ralea que habitan en las prisiones del país, sino entrenar a más guardias mexicanos con técnicas similares. Están a unos días de graduarse de la academia carcelaria más exigente de Unión Americana y MILENIO pudo presenciar las jornadas finales de su entrenamiento.

“¡Posición de escoltas!”, grita el instructor, un policía estadunidense adscrito a la Academia de Entrenamiento del Departamento de Correccionales de Santa Fe, Nuevo México. Le habla a 31 policías federales mexicanos, hombres y mujeres a los que se ha becado a través de la Iniciativa Mérida para tomar un curso que les convertirá en guardias de prisiones de máxima seguridad que, en teoría, serán incorruptibles, una misión difícil en uno de los entornos más complicados del país.

“Listos... ¡ya!”, ordena.

A la orden, una treintena de estudiantes simulan atacar a sus compañeros con un cuchillo de plástico que se asemeja a una punta, arma encontrada comúnmente en los reclusorios. Los custodios reaccionan como se les ha entrenado una y otra vez desde hace varias semanas: tomando la muñeca del agresor y llevándole al piso, para después arrancarle la navaja de las manos.

Es entonces cuando suena el silbato. Todos los alumnos, ataviados con ropa de ejercicio, levantan la cabeza y prestan atención. “¡Golpeen en el nervo, el nervo!”, ordena Mike Blea, uno de los instructores. Es un maestro de artes marciales mixtas estadunidense y le habla a un recluta, un policía mexicano adscrito al Sistema Penitenciario Federal de no más de 30 años de edad.

“Aprieta aquí y quítale el cuchillo”, explica Blea, mientras clava los dedos en los nervios del codo de uno de los atacantes que, con el brazo sobrecogido por el dolor, suelta la navaja.

En el auditorio, los policías repiten el mismo movimiento con sus respectivos compañeros. “Hoy están aprendiendo a defenderse en espacios confinados y a neutralizar a un reo fuera de control”, dice uno de los instructores.

Es un simulacro de lo que pueden enfrentar en los pasillos y celdas de los penales de México.

• • •

¿Quién en su sano juicio querría ser guardia de prisión de máxima seguridad? Los horarios son largos y pesados. La paga no es la mejor y el ambiente profesional es, por decir lo menos, hostil, con la posibilidad de represalias, amenazas e incluso la muerte, tanto en lo personal como en lo familiar. Con condiciones como esas, ¿quién querría custodiar a capos, sicarios, secuestradores, homicidas y pederastas?

Por lo pronto, ellos y ellas: 20 hombres y 11 mujeres de distintas partes de México, integrados recientemente al Sistema Penitenciario Federal y a los que en el futuro se enviará a las Islas Marías, o los penales del Altiplano, Occidente, Oriente, etc.

Esta es la sexta y penúltima semana del entrenamiento, diseñado para convertir a los cadetes en custodios competentes. También, en entrenadores: se les enseña a enseñar. La idea es que compartan sus conocimientos con nuevos guardias en el futuro.

Desde su llegada, a finales de febrero, han pasado por clases de ética, acondicionamiento físico, resistencia a gas lacrimógeno y gas pimienta, estrategias de extracción de rehenes, neutralización de motines, psicología de reos e identificación de contrabando, entre otros temas. Viven juntos, en barracas que deben mantener limpias.

“Es parte de la disciplina que les enseñamos”, asegura Antonio, uno de los instructores. “Decidimos traerlos a Nuevo México por la similitud de su cultura con México y la facilidad del lenguaje. Es para ayudar a los estudiantes a adaptarse durante sus cursos”.

En el papel los alumnos son la columna vertebral de la nueva camada de guardias penitenciarios del país, hombres y mujeres a los que se está preparando para enfrentar la crisis en los penales de México. Desde 2009 el programa ha graduado a 250 custodios mexicanos.

“Lo que aquí les estamos enseñando es cómo manejamos nuestras prisiones. Queremos que aprendan de nuestro modelo”, dice Antonio, un funcionario diplomático que ha asesorado al Departamento de Estado en la revisión del sistema penitenciario mexicano —a él tocó verificar las condiciones de un penal en el sur del país— durante los últimos años. Por razones de seguridad, pide omitir su apellido.

En la actualidad, controla la currícula escolar con la que Washington y la Secretaría de Seguridad Pública quieren que estos guardias mexicanos eleven su efectividad. Y, sobre todo, ayuden a controlar los centros de readaptación social mexicanos, escenario de motines, escapes y riñas y que en el sexenio han dejado casi 700 asesinatos.

“Les enseñamos toda una serie de elementos, desde cómo trasladar reos de máxima seguridad y cómo organizar un rescate de un compañero rehén o cómo usar gas lacrimógeno y gas pimienta”, narra Antonio. “La idea es que puedan defenderse, operar como un equipo, actuar como una unidad.”

Los estudiantes se graduarán la próxima semana. Y después, volverán a México. A uno de los frentes más calientes de la guerra del narco: el carcelario.

**Victor Hugo Michel, enviado Santa Fe, Nuevo México, EE.UU.
www.twitter.com/vhmichel

*Video:

http://blogs.milenio.com/node/3781

Milenio (Mexico)

 


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