La erradicación de la pobreza en México es un imperativo al que nadie podría oponerse. Mucho menos cuando millones de compatriotas se debaten en ella, generalmente con pocas posibilidades de superarla, o con apenas los mínimos programas sociales de atención para sobrellevar su situación con dignidad.

La Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), tiene la encomienda gubernamental de implementar programas que palien la situación de los pobres. Se entiende, por lo mismo, que esta dependencia tenga que realizar estudios para diagnosticar y entender la complejidad del fenómeno, ubicar su demografía y desplegar acciones apegadas a dichos análisis.

Pero lo que no termina de entenderse, y de hecho sorprende, es que en lo que va de la administración del presidente Vicente Fox, la Sedesol ha gastado más de 500 millones de pesos en poco más de 300 diagnósticos, elaborados indistintamente por universidades públicas y privadas, investigadores, centros acedémicos y algunas organizaciones civiles; casi podríamos decir que hay una industria intelectual de la pobreza.

Esto es lo que se desprende de información solicitada por EL UNIVERSAL a través del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), que desglosa tales erogaciones y la naturaleza de las mismas, que van desde la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares 2005, hasta sondeos específicos a personas en situación de pobreza y hasta a los empleados de la Sedesol.

El gobierno federal tiene que justificar esta abundancia de estudios y, mejor aún, explicar cómo ayudaron -o están ayudando- a solventar el problema.

Los mexicanos necesitamos saber si dichos recursos están ayudando efectivamente a luchar contra la pobreza o sólo quedaron en estudios de cubículo, que se pagaron con recursos públicos y no sirvieron de mucho, lo que sería lamentable.

Es necesario saber si los diagnósticos han sido correctos y las soluciones se han aplicado. De otra manera habríamos perdido mucho dinero y tiempo, en ejercicios académicos sin fin, mientras que millones de mexicanos sufren para conseguir hoy qué comer o medios de sustento.

La pobreza es un problema viviente, que debe atenderse sin demora, porque hay cinturones de miseria en la ciudad, en zonas rurales o en las sierras más apartadas de nuestro país, donde en este momento están esperando que las instancias encargadas de revertir su condición actúen y los ayuden pronto.

Un resultado de esta pobreza es, precisamente, la salida masiva de trabajadores mexicanos hacia Estados Unidos, adonde llegan con la intención de encontrar soluciones individuales para aplacar la terrible situación que con mucha frecuencia viven. Familias enteras han emigrado; hombres que dejan a esposas e hijos: todo es resultado de la pobreza. Los estudios que se han hecho, con toda seguridad tienen observada esta y muchas otras razones que la hacen un problema muy serio para el cuerpo social mexicano.

Los responsables de este gasto, deben explicarnos si los 300 estudios encargados por la presente administración han servido, o no, para su propósito general.