Es una acción de músculo que se esperaría se acompañe de cerebro. Sí, hay que pegar donde se vive sin ley, pero también crear opciones de educación y trabajo para la ciudadanía, sobre todo los jóvenes, vulnerables por doble vía: como potenciales consumidores de drogas y como carne de cañón de las bandas.

El gobernador perredista Lázaro Cárdenas Batel había pedido ya la intervención de las autoridades federales rebasada la capacidad de respuesta de la policía estatal. Ayer en Los Pinos, en su primera reunión del sexenio, el gabinete de seguridad explicó que envió 5 mil efectivos, vehículos, aviones y helicópteros. Hablaron de resultados iniciales: aprehensión de 13 narcotraficantes, detección y decomiso de armas, municiones y 100 plantaciones de mariguana.

Sin embargo, cuidado con el triunfalismo y con las batallas ganadas en conferencias de prensa. El resultado de la operación, que apenas empieza, ayudará a definir el estilo del nuevo gobierno para someter a los delincuentes mayores, que han actuado con gran impunidad, pero el problema del crimen organizado es multifactorial y, sobre todo en la región de Apatzingán, los muchachos de entre 18 y 29 años tienen que optar entre emigrar a Estados Unidos o darse de alta en una banda de delincuentes.

Empleos y educación, justamente ahora que se debate su importancia en función del Presupuesto federal, deben acompañar a las acciones armadas. Esto ayudará al tema de fondo que no es otro que una crisis de gobernabilidad donde la violencia erosiona el sistema político y a las instituciones democráticas.

En un informe sobre el crimen organizado de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, se documenta de qué manera los delincuentes dedicados al tráfico de drogas, armas, personas, lavado de dinero, piezas de valor histórico y cultural, animales en vías de extinción y órganos humanos, destruyen vidas y erosionan comunidades. Es tal la amenaza, que se reconoce ahí que si la región sólo responde por la vía de la fuerza, se militarizarán los países y se corre un grave peligro de retroceso autoritario.

Por eso, si bien hay que establecer el imperio de la ley, no sólo en Michoacán sino en toda la República, también hay que conjurar con conocimiento, inteligencia, análisis, y respetoa la libertad, las expresiones de cultura popular, corridos y fetiches, derivados de la preeminencia que ha adquirido en ciertas zonas y sectores de México el narcotráfico.

Además, en lo internacional para nosotros, la principal amenaza es ese crimen organizado, no el terrorismo, y debemos convencer y exigir a nuestros vecinos cooperación y corresponsabilidad. Estados Unidos y Europa deben saber que México no va a poner sólo los muertos. No se vale pedir orden en nuestras calles y no ponerlo en las suyas; perseguir corruptos en nuestras policías y proteger a los suyos; no se vale señalar a nuestros bancos y olvidarse de los propios.