Veamos una sintética cronología de los hechos que acontecen día a día:

A la función pública se accede por colección de delitos.

La extorsión obra como regla para el “mantenimiento” de la economía.

La universidad ve coartada la elección de su rector gracias a la violencia legitimada por el mismísimo Ministro del interior.

En Tartagal, la Acción Social se llama únicamente solidaridad. La prevención brilla por su ausencia.

La Iglesia existe cuando se necesita de ella. “A Dios rogando y con el mazo dando” Es que el Tedeum está cerca…

El gasto político asciende a 4.200 millones de pesos. La pobreza al 40%

La campaña presidencial dejó deudas millonarias. Montoya no dice nada. El pueblo, paga.

La historia se difama: La guerrilla es idealista

La religión se moderniza: Judas es el bueno de la película.

El fútbol tiene más víctimas que hinchas

La insurrección deviene en asamblea. La asamblea es soberana. Por ende, todos mandan. Adiós jerarquías.

Un conflicto interno gremial paraliza la ciudad. Pobres vs. Pobres. Nadie gana. La dirigencia es sabia: marginales y diezmados se manipulan mejor. Estamos cerca de la reelección.

El Presidente de la Nación despotrica contra los que piensan diferente. Pero el problema no es la ideología, el problema es el pensamiento.

Para viajar en Semana Santa es menester contar con visa impositiva.

Todo aquel que esté desconforme con lo que le pasa puede cortar avenidas, calles o tomar fábricas.

Trabajo esclavo descubierto por un incendio, es decir, porque no hay más remedio

El sindicalismo erigido amo y señor de los oprimidos y del resto de los ciudadanos que circulan o se mueven según sus reclamos.

Mientras tanto, el Gobierno, contabiliza punteros de manera de asegurarse la Plaza del 25 de Mayo. Miden intenciones de voto, es decir, porcentaje de pobreza asegurada. De otro modo no hay certeza que valga y el sueño de la reelección se desvela. “Educación 0, inflación moderada y Hugo Moyano cerca de la Rosada”, es la consigna oficialista.

La violencia no molesta en la medida en que sólo sea tema. Y lo triste es que no pasa de ser indignación de sobremesa, un “¡Qué barbaridad!” en el lenguaje de alguna abuela, y una creencia falsa de que “a mí hijo no le pasa”… Creencia que vence el día que, a nuestro hijo, sí le pasa… Pero en el trayecto, no se hace nada.
En este escenario, no hay forma de cambiar si no se corta el eslabón de la cadena de extorsiones.

¿Si el Gobierno Nacional puede extorsionar al empresario o al productor ganadero por qué no puede extorsionar el obrero al gremio? En el silencio de la no respuesta radica la clave de todos los males que acechan.

Vivimos en una larga cadena de extorsiones, somos ya eslabones incapaces de ser sin estar sujetados al resto. Y la violencia no escapa a ello. En esa ronda sin fin, todo lo que se ha ido consiguiendo gracias al esfuerzo, al trabajo, a un orden coherente de mercado surge ahora como un “derecho adquirido”. Y en consecuencia, lo único que cuenta es exigir más. El trabajador al sindicato, el sindicato al Estado…

Estamos en una suerte de ping pong. Pasamos de las manos de los planificadores de la insurrección al dominio de los organizadores de la distracción. Es decir, los argentinos estamos sujetos al capricho de un gremialismo detenido en el tiempo mientras salvaguardamos ese caos refugiándonos en las “fiestas” que el Estado nos prepara para atenuar que haya, fuera de esta cadena, algún que otro reclamo. Así, la paralización de la ciudad que aconteció el pasado martes y miércoles previo a las Pascuas se esfumó en la algarabía de unos días de paz donde, encima, se pudo consumir más…

Los fluctuantes escenarios que deberemos sortear en los próximos días tendrán la misma dinámica: se matizarán con alguna “buena nueva” como puede ser una renovada extorsión que derive en algún corte de carne más barato en la carnicería. Pasa que, al no bajar el precio, el gobierno “se avivó” que faltó “apretar” al carnicero de la esquina…

Después vendrá la Plaza del 25 con la “nueva revolución” esta vez kirchnerista que desde el balcón, nos dirá, por ejemplo, que nos han liberado de la vieja oligarquía, que las fábricas son de los trabajadores como Aguas (no Argentinas) ¿La “revolución productiva” no era el slogan de otra película…?
No en vano, la cervecería Quilmes cruzó la frontera. No en vano hay una lista interesante de marcas averiguando sobre esa “visa”…

Pero la queja no sirve de mucho en la medida en que sigamos siendo eslabones de la cadena, manadas de gente disfrutando el embrutecimiento de la distracción que se nos ofrece, transitando por la ruta “liberada” hacia Mar del Plata en un fin de semana largo cualquiera sea la causa, después que sigan los piquetes, total nosotros ya pasamos…

Antes los hombres buscaban liberarse de un trabajo agotador, ahora sólo ansían huir del tedio de un tiempo libre con el que no saben qué hacer. Hay que darle a la juventud medios de entretenimiento para que no queden librados a la violencia callejera. Hay que darle a la masa, alguna diversión que les impida “darse cuenta”…

Así, como sostenía Bruckner, en el futuro tendremos tantos trabajadores como “parados” hay en la actualidad, puesto que la economía cada vez “produce” más con menos productores… No resultará descabellado siquiera pensar que, solamente con la expansión ilimitada del ocio y de la distracción, habrá cohesión social en el futuro.

El Gobierno, como eslabón inicial de esta cadena, no nos libera del agobio y de la crisis pero nos la convierte en amable tibieza. Logra la continuación de lo que ya hay, de una suerte de status quo, de la apatía misma, por otros medios y la integra a título de elemento fundamental en la extensa panoplia de la banalidad. Vamos hacia una “Operación Triunfo” de la mediocridad, creyéndonos, sin embargo, artistas y artífices de una “democracia” que no es tal.

“Los jóvenes reflejan en la brutalidad de algunas de sus conductas el ejemplo que les da una cultura de barbarie. No debe extrañar tanto la brutalidad que se manifiesta en las acciones de algunos jóvenes. Ellos son el emergente de una sociedad violenta, en la que se dan permanentes ejemplos de barbarie e impunidad. Veamos: se premia en lugar de castigar la toma de una comisaría. Se instiga a grupos violentos a escrachar a personas o instituciones por razones políticas. Los piquetes entrerrianos han sustituido con éxito a la razón de Estado. En la UBA la prepotencia impide la elección de Rector. En Santa Cruz o en Chubut, en Misiones o en Jujuy, la violencia se exhibe sin recato. Las barras bravas del fútbol exaltan sus delitos en sus cánticos tribuneros. Los paros salvajes son habitual expresión de violencia consentida, y los aprietes como arma de negociación, moneda corriente. Como se ve, la tensión florece, aquí y allá, como estrategia válida. Para educar en el respeto a los demás hace falta mucho tiempo. Pero, mientras tanto, la dirigencia debería dar ejemplo docente: aplicar la ley, aunque sea dura, no es aquella represión cuya condena también sirve, sin desearlo, para exculpar a los violentos” La Prensa, 12 de Abril de 2006

GABRIELA POUSA
(*) Analista Política. Lic. en Comunicación Social (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE)