“No todos pueden ser héroes; algunos tienen que quedarse a un lado  para aclamarlos” Will Rogers

De vez en cuando uno se aísla como buscando en el silencio las respuestas que necesita. Y aún así no encuentra. No encuentra ni motivos ni razones ni argumentos para explicar lo inexplicable: el sentimiento. El sentimiento no se explica. Sin embargo es un motor inexpugnable. Por él somos capaces de dar la vuelta al mundo, de sacar conejos de la galera, de encontrar el modo y la manera para hacer aquello que sin amor no tiene modo ni manera… La política parece ser distinta. Necesita lógica, explicación, consecuencia.

Pero la política argentina, supuestamente en las antípodas de los sentimientos, tiene algunas características que la definen como a aquellos: igualmente anárquica, sin modo ni manera…, sin respuestas. Nos aislemos o no, nos afecta y nos tamiza para mostrarnos lo mejor y lo peor de nosotros mismos.

Valga esta introducción ajena a la política para “justificar” un informe semanal que tampoco tiene demasiado de aquella, al menos a simple vista… Ningún “dato” que revele novedades ni un análisis demasiado detallado de los hechos originados en la provincia de Neuquén o el incendio en el rompehielos Almirante Irizar que marcaron los temas. Apenas unas líneas que esbocen una idea de lo que está pasando, y que me regresen al llano.

En los últimos días, Argentina ha mostrado con creces cual es su verdadero problema. No se trata de Jorge Telerman ni de Elisa Carrió (aunque ésta discursee sobre la moral como doctrina) ni de Mauricio Macri o Roberto Lavagna, tampoco de las intenciones del Gobierno Nacional que sigue poniendo de manifiesto exactamente lo mismo que viene ofreciendo desde el primer día: una improvisación apabullante, falta de pericia,   y una ambición desmedida. La semana que pasó dejó en el escenario nacional más futuro y realidad que cualquier dato de política casera, anécdotas sobre posicionamientos en las listas o nuevas encuestas, sondeos, estadísticas que suben o bajan imágenes y apariencias...

Todo aquello no cuenta cuando queda en evidencia de qué manera se nos está imponiendo nuevos modelos e idolatrías. La Argentina del patriotismo ha desaparecido. Con la decadencia de los partidos también han decaído las ideologías y su contenido. Un líder socialista puede terminar enterrado en el cementerio privado más caro sin que despierte ningún desconcierto. Un radical puede devenir peronista y viceversa. Todo da lo mismo, y en la ambigüedad lo negro puede venderse como blanco apenas oscurecido. De ese modo Jorge Telerman desencantó a la Presidencia tampoco convenció del todo a Carrió. Algo similar ocurrió con Mauricio Macri y su vínculo con el gobernador neuquino Jorge Sobisch. En la bonanza todos amigos, en la desgracia apenas “conocidos”. Lo grave de este asunto no es sólo la política sino que la actitud es típicamente argentina. Dirigencia que, a veces, nos refleja como Narcisos.

Lo cierto es que si ellos se asocian y dudan, se abrazan y se niegan, ¿qué puede esperar el vulgo a la hora de llegar a las urnas?  La salud pública colapsada, la educación ausente pero los dos ministros de esas áreas candidatos de primera línea oficialista ocupados únicamente en sus campañas proselitistas. Tan triste como insólito. Si eso es lo mejor que pueden ofrecernos estamos en problemas.

El Estado sigue ausente, sabe lo acontecido con el rompehielos Almirante Irizar gracias a los medios. Usurpado como el Bajo Flores por el Gobierno, el Estado patina por un sueño: meterse en los paquetes accionarios de las empresas pero no ocuparse de las funciones indelegables que le son de su competencia.

En ese orden de cosas, la internación de Diego Maradona, el asesinato del maestro neuquino Carlos Fuentealba, junto con los emergentes políticos que este hecho generara muestran hacia adónde vamos mucho más que las pruebas de coimas del caso Skanska o los entramados del caso Greco. Esto es lo que debe ser tapado.

“Casos” debe haber tantos… Probados o no, denunciados o acallados, esperando su minuto de gloria o el regreso siempre involuntario. Ya volvió, sin ir más lejos, el jardinero de Fernando De La Rúa. También los sobornos y los sobresueldos. Enriquecimientos ilícitos hay hasta el final de los tiempos. A todos les ha de llegar su turno. Los diarios tienen aseguradas portadas ad eternum. Hay en el país una bibliografía demasiado vasta de “casos”, del orden que sea: políticos, judiciales, sociales…todos se tocan en alguna parte. Lo que diferencia a unos de otros es el por qué, el cuándo y qué nos dejan…

“García Belsunce” o “Dalmasso” pueden ser dos carátulas judiciales o una radiografía del valor de la familia en estos días. Maradona nos puede dejar un simple ejemplo del éxito y la decadencia o imponer un ídolo para los jóvenes con las consecuencias que eso acarrea. Carlos Fuentealba puede ser una víctima como lo fuera Teresa Rodríguez o los chicos de Cromagnon o ser el “modelo” educativo de la Argentina kirchnerista. Como decía Voltaire, todo depende del punto de vista.

Ahora bien, en estos días el “Gran Hermano” que maneja la visión y la retina de los ciudadanos se ha hecho notar con singular osadía. De ese modo, Fuentealba dejó de ser un maestro – de cuya excelencia nadie reniega - asesinado en una provincia y pasó a ser héroe nacional por antonomasia, acción mediática y decisión sindicalista. Pasó a engrosar la lista de nuestros “muertos con fama” como si eso le devolviese la vida. A él no, tampoco a su familia pero sí a ciertas fuerzas políticas que necesitan nuevos próceres e ídolos porque los referentes que teníamos han sido destruidos. No se ajustan a modelos de desidia. Se trata, pues, de crear con las víctimas nuevos paradigmas, de sacar de la miseria una causa política capaz de distraer de otras que molestan más “arriba”. En definitiva, de crear “casos” capaces de tapar y subrogar otros que están destapándose en el escenario porque los tiempos se han acortado. Hay que apurar regresos para estirar despedidas… Hay que vaciar conciencias y poner reciclados.

La corrupción como sistema de gobierno no resiste más circo. Si la canasta básica es de 0% o de 100% ya da lo mismo porque la inflación comenzó a medirse, lejos del INDEC intervenido, en los bolsillos. Qué algo no cierra se ve en las góndolas vacías del supermercado, no en la metodología del Secretario de Comercio ni en el aplauso de los habitues del Salón Blanco. Las obras faraónicas que no aportan soluciones a la gente ni responden a las demandas perentorias del pueblo están teniendo precio. Y las facturas comienzan a llegar a Balcarce 50 ya sea a través del correo provincial o de la ciudad. Misiones, La Rioja, Salta, Neuquén, Santa Cruz… puede que den el puntapié inicial.

Los costos antes o después hay que pagarlos. Los “cajeros” del Gobierno se paralizan. Saben que les llegará el momento de convertirse en “casos” que sacudan las noticias. Nadie quiere tampoco firmar pagarés ni cheques en blanco. Ello explica el silencio de la Casa Rosada cada vez que la política muestra su peor cara. Hay que cambiar referentes y modelos. Con Alberdi o con San Martín no podemos. En cambio, nadie conoce ni va a cuestionar a un maestro recientemente muerto. Es verdad. Tampoco hay por qué hacerlo, sólo lamentar una muerte absurda en un contexto de desidia que refleja cómo se hace política en la Argentina. No se puede juzgar a un Maradona que nos llevara a la gloria. Hay “casos” que vienen como perilla al dedo para crear una sociedad de maestros muertos e ídolos de barro. Porque todo es efímero, todo furtivo como lo son los jueces si no fallan a favor del Ejecutivo…

Así debe serlo: funcional a la política. La coyuntura es suprema aunque se nutra de pasado. Maquillaje en demasía y el interior vaciado. No discutamos educación sino metodología frente a la protesta: prevención o represión. Simplificación patética. Cambiemos protagonistas, héroes o villanos. Ayer ocupó ese rol  Carlos Rovira, hoy Jorge Sobisch, mañana veremos a quién le cabe el sayo.  De lo que no se han dado cuenta es que después (siempre hay un “después”) los “casos” tapados hoy, regresan con más fuerza. Y los modelos creados para falsear los originarios desparecen como despareció Julio Jorge López o Jorge Sayago.

Mientras tanto: Se casó Sandro. Vuelve Marcelo Tinelli, hay nuevos nominados en la casa de Gran Hermano y mañana domingo, Superclásico…

GABRIELA POUSA

(*) Analista Política. Lic. en Comunicación Social (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE)