Posiblemente esta semana sorprenda a más de un lector con estas palabras. No porque haya en el escenario político nacional mucho para sorprenderse, tampoco será por mi pericia en traspasar los límites de una prosa malograda con la cual hemos intentado, semana tras semana de este 2006, como en los últimos cuatro años, seguir de cerca lo que estaba o está pasando e incluso aquello que no pasó ni pasa y paradójicamente debiera suceder…

Haciendo un racconto por los 340 días que van de este 2006 es dable admitir que Néstor Kirchner ha obrado con exhaustiva fidelidad a sí mismo. Y guste o no esta conducta no es común en la dirigencia política argentina capaz de acostarse liberal y amanecer progresista. Me dirán acaso que esto es, en gran medida, lo que el Presidente ha hecho: cambiar la política “neo-liberal” (valga el “neo” y valgan las comillas) de su Santa Cruz natal convertida en feudo por una política “neo-progresista” (valga el “neo” y valgan las comillas) improvisada en el total de la Argentina; el percance de haber logrado “ascender” a la categoría de Primer Mandatario tras gobernar sus pagos… Pero no es a Néstor Kirchner sin embargo, a quién debe adjudicársele esta osadía. Aún cuando en el presente esté en busca de la sumatoria absoluta del poder público y alejado del sistema originario, lo cierto es que el Jefe de Estado llegó al poder por el cauce “democrático” y sumó a un escaso caudal de votos, otro porcentaje más interesante en los comicios del año pasado.

De ahí en más, su “gestión” (abundarán, no en vano, las comillas a lo largo de estás páginas) se caracterizó por una absoluta coherencia a su modo de entender y hacer política en las épocas de gobernador. Ya asumida la Presidencia, Kirchner mostró ser lo que es hoy. Sorprenderse como se sorprende algún columnista de medio oficialista es extraño. Nunca desde la asunción y menos aún en este 2006 a poco de acabar, hubo un Kirchner diferente al que se conoció como el del “estilo K”.

A saber: No acompañó al pueblo en ninguno de los conflictos que más convulsionaron el escenario social (Cromagnon, asambleístas de Gualeguaychu, inseguridad, reclamos salariales, organismos de derechos humanos, empresarios) Todos los sectores de la sociedad buscaron en algún momento de este 2006 acercarse al Presidente para, al menos, dialogar. Desde Balcarce 50 se apostó a la presión, a negociar bajo presión, a ceder en el mejor de los casos… Hoy, hasta quienes creyeron en su política social de reivindicación de un pasado sustancialmente diferente al narrado, habilitan cadenas de e-mails demostrando su desazón por las promesas que no cumplió. La desaparición de Jorge Julio López es el dato más contundente de una prédica que nunca fue política de Estado.

La continuidad de cortes de ruta y el malestar creciente en Entre Ríos a raíz de los contundentes fracasos del Gobierno en su manejo del conflicto por la instalación de plantas de pasta de celulosa demuestra que Kirchner ha sido una vez más leal a sí mismo: ante el problema, apenas una diatriba desde el atril y una nueva afrenta. Sólo eso. Es la síntesis de “gestión”.

Con los empresarios sucede algo similar que con el actual conflicto del campo. En primera instancia, la inoperancia y el apriete no podrían derivar sino en lo que sucede hoy: paro. Medidas de fuerza que quizás hasta pueden leerse como la contra marcha del sector a una marcha de actitudes arbitrarias y prejudiciales para el sector agrícola-ganadero de la Argentina. ¿Cómo reacciona el Gobierno? Descubriendo recién ahora que hay evasión en la ganadería. Si el paro se hubiera levantado, ese descubrimiento no se habría dado. Paradojas de un gobierno que no asombra aunque haya ecos que pretenden hacer creer en subrepticios “cambios” o giros por aquellas desventuras que cosechó el Gobierno en los últimos tiempos.

Ahora que finaliza el año, y las demandas perentorias de la gente se hacen notar sin interferencias en el malestar social, el Gobierno vuelve a dar la espalda y a guardar silencio sepulcral. El 2007 viene con aumentos por los cuatro puntos cardinales: obras sociales, alimentos, bebidas, vacaciones en la costa atlántica, colonias de verano a las que suelen acudir quienes no poseen los medios para salir de la ciudad pese al receso escolar y hasta las características compras navideñas que se incrementan un 25% aproximadamente este mes de diciembre. Pese al subsidio a los transportes ha habido también una escalada inflacionaria en los costos de pasajes. No a Europa ni a Disney sino a los pagos donde la gente acude a encontrarse con amigos y familiares para brindar con la esperanza de un año mejor a sabiendas, sin embargo, que siendo año electoral, las mejorías que vendrán estarán atadas a un furtivo plan para que haya “alegría” al menos hasta octubre de 2007 y nada más.

Por otra parte, la necesidad de gozar no digamos de seguridad sino al menos, de esa “sensación” de sentirnos seguros al salir del hogar no encuentra donde sostenerse. Otra diatriba más presidencial abandonando, en la prédica no más, el garantismo que propició como oportunismo político: único leitmotiv de la acción gubernamental.

La gente cierra un año sin respuestas de la autoridad. El Estado no cumplió con las funciones básicas e indelegables e incluso irrumpió en funciones ajenas a su actividad.

La sociedad argentina no siente que la “gestión” oficial es exitosa porque las reservas son auspiciosas, porque no hay un Fondo Económico Internacional supervisando con más énfasis la política económica y en contra partida está Venezuela: nuestro banco prestamista con extrañas características. El pueblo no entiende los derechos humanos que terminan con soldados entre rejas y asesinos y violadores libres por vericuetos jurídicos que no están al alcance del entendimiento colectivo.

Entonces, pregunto: ¿Dónde se sustentan las encuestas que haban de la buena imagen presidencial? Y más aún, ¿cuál es la gestión que se presume buena? O las respuestas a esas preguntas emanan de las mismas fuentes que proclamaban vencedor a Carlos Rovira en Misiones o el Gobierno Nacional sigue autista, con su sordera y su ceguera.

Es un tanto naif, por más que los deseos y esperanzas suelen florecer en esta etapa, aguardar un 2007 con una dirigencia atendiendo las demandas básicas de la gente, no debiera serlo, sin embargo, sustentar esa confianza en una oposición que deje de lado, de una buena vez, las mezquindades y los negociados y trabajen más que en candidaturas quizás en alternativas reales ni siquiera para solucionar todos los males sino, al menos, para que haya posibilidad de elegir y que el año electoral en ciernes no sea otro eufemismo más engrosando la lista de falsedades en las que nos movemos convencidos o resignados a aceptar como sistema democrático un aprovechamiento impune del poder.

El Gobierno Nacional ha sido durante el 2006 fiel a lo que siempre fue: un conglomerado de personajes rodeando a un Jefe que hace o deshace según los puntos de imagen que le son otorgados. En las siguientes semanas daremos un repaso de los hechos que corroboran la lógica kirchnerista y que nos sitúan, quizás, como responsables importantes de esto que ha sido una pérdida supina de oportunidades a lo largo de otro año… otro más y van….

GABRIELA POUSA

(*) Analista Política. Lic. en Comunicación Social (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE)