“Los cortes de luz no impiden tener visión y perspectiva”

Aunque la mayoría de las veces la realidad política nos demuestre lo contrario, no vale todo. Al menos no en lo que respecta a las campañas proselitistas que estamos observando. Para el Gobierno Nacional ha habido ya tres signos claros de límite al desparpajo institucional con el que se viene manejando: Misiones, Capital Federal y ahora Tierra del Fuego con un escenario que, en Balcarce 50, no podían imaginar: el candidato oficialista Hugo Cóccaro debe seguir participando y enfrentarse a Fabiana Ríos del ARI en la segunda vuelta electoral el domingo próximo. Escándalos, golpes bajos y denuncias cruzadas no sirvieron para evitar el ballottage. Menos aún fue funcional al Frente para la Victoria la caída del sistema de red que dejó a toda la provincia sin la posibilidad de conectarse a Internet.

De todos modos, estos traspiés que está viviendo el Gobierno no permiten aventurar un cambio en el “estilo K” sino, por el contrario, avizoran un recrudecimiento de una forma de hacer política aún cuando esté hartando a la ciudadanía. ¿No sé dan cuenta en la Casa Rosada que hay ciertas prácticas que ya no van? Es posible que muchos lo adviertan pero de ahí a enfrentarse al Presidente con semejante verdad hay un paso que nadie parece atreverse a dar. A esta altura de las circunstancias, la ceguera del poder causa alarma. No ven o no quieren ver. Para el caso es lo mismo. No aceptan la crisis energética, no aceptan la inseguridad, no aceptan la corrupción, no atienden las denuncias, no escuchan los reclamos, no les importa la realidad. Hay una virtualidad peligrosa dentro de los despachos.

Cuatro años de mandato implican sin eufemismos el final de un período presidencial. ¿Qué se ha hecho? Nada. Sí se ha deshecho mucho en el trayecto. Para empezar: la institucionalidad. La Argentina en materia de Instituciones ha retrocedido en el tiempo:  Se continuó mediatizando la Justicia con consecuencias impensadas. Hoy nadie sabe ya quien es el delincuente y quien el damnificado. Los jueces están amenazados por herramientas que siendo legales pasaron a ser armas de doble filo en manos de políticos: la destitución por juicio político siempre está a un paso de los fallos si éstos no agradan al Ejecutivo. Los juzgados quedan vacantes y las aspiraciones a los cargos dependen del grado de afinidad con la “concertación” oficial más que con el conocimiento y la pericia en el sistema judicial.

Evaluar la gestión es una utopía cuando no la hay. Sí ha habido y hay un clima de campaña permanente con modus operandi que no se entienden.  ¿Para qué las amenazas, la infamia, la agresión, el clientelismo, etc. si los resultados comienzan a fallar? Esa es la pregunta que deben hacerse en  el kirchnerismo cuando tres distritos demostraron que la gente comienza a darse cuenta que con la palabra no basta. No basta predicar sandeces para ganar una elección. No alcanza con pedir ayuda desaforadamente ni con sembrar pánico yendo detrás de cada candidato opositor o de cada medio de comunicación que osa decir lo contrario. Hay que empezar a mostrar qué se ha hecho y ahí es donde el Gobierno se topa, cara a cara, con su propio fracaso.   

Ni siquiera hace falta que un político de la vereda de enfrente les conteste. Basta la realidad sin ningún tipo de excusa ni de justificación para que el Gobierno quede al descubierto con su falta de gestión. Y hete aquí el Invierno. Parece mentira que sean los “progresistas” quienes estén pensando en su interior que Álvaro Asogaray tenía razón…

Ya no son éstas las temperaturas extremas no usuales para la ocasión que podrían excusar que la demanda de gas y electricidad se eleve. Hace frío como lo ha hecho siempre a esta altura del año pero falta gas y está a punto de colapsar el sistema energético como no sucedía previamente a la irrupción de pingüinos en el escenario político nacional. ¿Qué respuestas darán? Posiblemente en Balcarce 50 estén buscando en listados nombres que justifiquen lo que está pasando. Pero no fue ni Raúl Alfonsín ni Carlos Menem ni Fernando De la Rúa ni Eduardo Duhalde. Tampoco es Mauricio ni es Macri. La crisis después de un período completo de mandato encuentra a los responsables exclusivamente dentro de los actuales despachos. Ni las inversiones millonarias chinas que vendrían a salvarnos han logrado disipar lo que era esperable y muchos preanunciaron no como agoreros del mal sino como especialistas en determinados temas. Si aumenta la demanda y no hay inversión para producir más algo iba a fallar. Y algo está fallando.

Es extraño que en medio de lo que el Gobierno llama la salida del infierno estemos atravesando la crisis del sistema eléctrico más grande que ha tenido la Argentina en muchísimos años y la inequidad en la distribución del ingreso. Los slogan de campaña no se hacen realidad y las palabras comienzan a fallar a la hora de analizar los resultados electorales. Aún así se supone que el actual Jefe de Estado y la Primera Dama se perpetuarán en el poder por un período más. Al menos esa es la creencia general aunque cada día encuentre menos base “científica”. Las bonanzas de la economía que pregona el Presidente desde el atril no se corresponden con lo que pasa en las alacenas de las casas de familia que ya no se llenan, tampoco con lo que se ve en las calles máxime si aceptamos que el país excede los límites de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La política económica basada en el control de precios dejó de surtir efecto: los precios suben más allá de lo que dictamine el Secretario de Comercio. Sin ir más lejos el que se dice el diario de mayor tiraje en el país, en los últimos 15 días aumentó dos veces ya su tarifa y la prohibición a aumentar el precio del combustible es utopía. Observemos cómo funciona el mecanismo  del “control de precios” en la Argentina a través de la imagen adjunta a continuación. Y es que las empresas no están para hacer beneficencia y no afrontarán pérdidas por capricho oficialista.

Aclaración: El volante adjunto en la próxima página es entregado en la estaciones de servicio de YPF una vez que se cruza la General Paz y viene acompañado de una detallada alocución de playeros acerca de la situación por la que atraviesa su sector. Esta práctica está prohibida según un fallo judicial reciente limitado, sin embargo, a las estaciones de servicio ubicadas en la ciudad de La Plata.

Aún así  y siendo el Gobierno a través del ENARGAS quien frena la distribución de combustible y gas para evitar que la población en general se quede sin gas y sin luz; si no hay gasoil  la multa se aplica a las empresas y desde el Ministerio de Planificación se eleva el dedo acusador. Está claro que la metodología no va a variar por más que los resultados sean negativos y estén a la vista, el Ejecutivo sólo busca manejar los tiempos trabajando en la entrega de parte de YPF a un amigo de la casa o sea beneficiándose a sí mismo (paradójicamente cuando fueran los fervientes privatizadores de esa misma compañía en la década que ahora llaman “maldita”) y publicando decretos en los que insinúa aumentos de precios para que las petroleras acuerden el suministro de combustible hasta el 2011 al menos.