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16/08/2015 | Obama y los hermanos Castro

Río Negro Staff

Mientras que en los países democráticos es habitual que diplomáticos extranjeros se reúnan regularmente con dirigentes opositores sin que el gobierno local se sienta amenazado, en otros tales encuentros suelen tomarse por evidencia de hostilidad, razón por la que los disidentes cubanos, es decir, todos aquellos que se animan a criticar la dictadura castrista, no fueron invitados a asistir el viernes pasado a la reapertura oficial de la embajada estadounidense en La Habana.

 

A juicio de muchos norteamericanos y, desde luego, de los disidentes mismos, fue una concesión excesiva, pero parecería que el presidente Barack Obama ha llegado a la conclusión de que le convendría privilegiar la relación con el gobierno cubano sin preocuparse por las diferencias ideológicas. El pragmatismo así reflejado dista de ser nuevo. Como es notorio, hasta hace muy poco casi todos los presidentes de Estados Unidos colaboraban con los "hombres fuertes" de los distintos países latinoamericanos, acaso por entender que no valdría la pena ayudar a los comprometidos con los principios democráticos reivindicados por virtualmente todos los dirigentes norteamericanos. Cordell Hull, el secretario de Estado del gobierno del presidente Franklin Delano Roosevelt, resumió dicha tradición cuando dijo que, si bien el tirano nicaragüense Anastasio Somoza era "un hijo de puta", era "nuestro hijo de puta". Aunque es poco probable que Obama logre convertir a los ancianos hermanos Castro en aliados, tendrá sus motivos para creerse capaz de domesticarlos para que sus sucesores no le planteen problemas a Washington.

A comienzos de su gestión, Obama decidió procurar mejorar las relaciones de su país con regímenes autoritarios, como los de Irán, Rusia y China, pero sus esfuerzos en tal sentido no brindaron los resultados previstos. Además de molestar sumamente a algunos aliados tradicionales de Estados Unidos, entre ellos Israel, Arabia Saudita y la República Checa, envalentonó a los ayatolás y al líder ruso Vladimir Putin, que no titubearían en sacar ventaja de la buena voluntad del "hombre más poderoso del mundo". Aunque Estados Unidos no abandonó por completo el intento de contribuir a la eventual democratización de sociedades más acostumbradas al despotismo que al pluralismo occidental, de ahí el apoyo vacilante que brindó a la breve primavera árabe, los funcionarios del gobierno de Obama pronto comprendieron que no les sería dado impedir que las revueltas iniciales se vieran seguidas por un período de caos sanguinario, razón por la que eligieron batirse en retirada de una región en la que durante décadas Washington había desempeñado un papel muy influyente.

Desde el punto de vista de los norteamericanos, en Cuba el panorama es mucho menos alarmante de lo que es en Oriente Medio, el este de Europa, donde Rusia está tratando de apropiarse de partes de Ucrania, o zonas de Asia en que China ha comenzado a hacer valer su creciente poder económico y militar para afirmar su soberanía sobre espacios marítimos disputados. Aunque los castristas se aferran con tenacidad a su propio relato revolucionario en que, en la actualidad, hay mucho más nacionalismo autoritario que fe genuina en el anticuado evangelio marxista-leninista, el tiempo corre en su contra. Es tan enorme la superioridad económica no sólo de Estados Unidos sino también de la próspera comunidad cubana que tiene su epicentro en Florida que no podrá sino hacerse sentir cada vez más en los próximos años. Por motivos evidentes, Obama, el secretario de Estado John Kerry y otros funcionarios quieren que Cuba evolucione en un "país normal" sin pasar por una convulsión violenta, pero puede que su propia capacidad, y la de sus sucesores, para asegurarlo sea casi tan limitada como ha resultado ser en otras partes del mundo. No es que su país sea más débil, en términos relativos, que en el pasado; es que los dirigentes actuales, tanto demócratas como republicanos, son reacios a arriesgarse interviniendo directamente en conflictos que les parecen ajenos, lo que es una mala noticia para disidentes en Cuba, Irán, el mundo árabe e incluso China que, si bien entienden que Estados Unidos tiene muchísimos problemas internos, ven en la superpotencia un aliado natural y esperan que les dé por lo menos su apoyo moral.

Río Negro (Argentina)

 



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