Anibal Cavaco Silva, el candidato de centro-derecha, es el favorito en las elecciones presidenciales que Portugal celebrará el domingo, gracias a una izquierda dividida y a su promesa de “abrir una ventana a la esperanza” para unos electores castigados por la actual crisis económica. Cavaco Silva -de 66 años, primer ministro luso de 1985 a 1995 y actualmente apoyado por el Partido Socialdemócrata- encabezaba este jueves el último sondeo, con un 53.2% en las preferencias de los electores portugueses, frente a sus dos principales rivales de la izquierda.

Estos, el fundador del Partido Socialista (PS), Mario Soares, y el poeta Manuel Alegre, diputado también socialista y vicepresidente de la Asamblea Nacional, obtendrían un 13,4% y un 19% de votos, respectivamente, según la encuesta publicada el miércoles por el periódico Diario de Noticias.

Si las urnas confirman los sondeos el domingo, Cavaco Silva podría convertirse en presidente del país en la primera vuelta electoral, algo para lo que se necesita más del 50% de los sufragios.

Los analistas, sin embargo, ven flaquear esta hipótesis, ya que el sondeo de Diario de Noticias mostró una disminución del apoyo popular a Cavaco Silva, que en una encuesta de hace diez días logró un 61% de intenciones de voto.

Por el momento, ese hombre serio, defensor de los valores de la familia, que a menudo pasa por ser un tecnócrata frío y sin alma y que no se siente demasiado a gusto en sus contactos con la multitud durante los mítines políticos, debe batirse con cinco candidatos de izquierda, incluidos sus dos principales rivales socialistas.

Sus otros tres “enemigos” son el secretario general del Partido Comunista, Jeronimo de Sousa, que lograría entre un 6.2% y un 7.2% de votos, el diputado del Bloque de Izquierda (BE), Francisco Louca (entre 5.2% y 6.3%) y el dirigente del Partido Comunista de los Trabajadores, Antonio García Pereira, con menos de un 1% de las intenciones de voto.

Presentándose como un candidato “de todos los portugueses”, Cavaco Silva -que se define socialdemócrata si bien sus adversarios lo califican de conservador- se ganó durante la campaña a un 30% del electorado, según algunos sondeos.

A ello se une el buen recuerdo que los portugueses guardan de sus diez años de gobierno, que coincidieron con un fuerte crecimiento económico del país.

Soares, por su parte, ha jugado la baza del dinamismo desarmante de sus 81 años y, con el apoyo de su partido, ha recorrido todo el país para reforzar su imagen de “padre de la democracia” portuguesa y su pasado como primer ministro en dos ocasiones, presidente de la República de 1986 a 1996 y después diputado europeo.

n cuanto a Alegre, el único candidato que no cuenta con el apoyo de ningún partido, ha logrado convertir este defecto en virtud, prometiendo una democracia “donde la fuerza decisiva pertenezca a los ciudadanos y no a los aparatos” (estatales).

En los últimos días de una campaña electoral sin brillo, Cavaco Silva afirmó que los comicios constituyen “una oportunidad única para invertir la situación de crisis” y prometió “movilizar todas las energías”.

La izquierda, por su parte, advirtió de un peligro de “desestabilización”, “deriva autoritaria y abuso de poder” si gana el candidato de centro-derecha. En caso de victoria de Cavaco Silva, Portugal contaría con un presidente de centro-derecha y un gobierno socialista surgido de las legislativas de hace menos de un año.

El jefe del Estado no tiene un real poder en Portugal. El voto del domingo no modificará la política del gobierno y los electores votarán, sobre todo, en función de la personalidad de los candidatos.