¿En qué deberíamos confiar -las estadísticas económicas o nuestros propios ojos mentirosos? Mucho depende de la respuesta. La productividad es la última prueba de nuestra capacidad para crear riqueza. En el corto plazo se puede impulsar el crecimiento trabajando más horas, por ejemplo, o importando más personas. O bien, se podría elevar la edad de jubilación. Después de un tiempo estas opciones pierden fuerza. A menos que nos volvamos más inteligentes en nuestra forma de trabajar, el crecimiento comenzará a agotarse demasiado. Otras medidas confirmarán a los pesimistas. En poco más de un 2%, la tendencia de crecimiento de Estados Unidos es apenas la mitad del nivel que tenía hace una generación. Como Paul Krugman puntualizó: "La productividad no lo es todo, sino en el largo plazo es casi todo".

Es posible que estemos simplemente no midiendo las cosas. Algunos economistas creen que las estadísticas no logran captar la utilidad de la creación de un perfil en Facebook, por ejemplo, o la descarga de información libre de Wikipedia. La gig economy aún no se valora adecuadamente. Sin embargo, este es un argumento de doble filo. La productividad se calcula por la división del valor de lo que producimos por la cantidad de horas que trabajamos -los datos proporcionados por los empleadores. Sin embargo, estudios recientes - y el sentido común-  dije que nuestros iPhones nos encadenan a nuestros empleadores, incluso cuando estamos de ocio.

Quizá estamos exagerando el crecimiento de la productividad al contar menos de lo mucho que trabajamos. Este último ciertamente encaja con la experiencia de la mayoría de la fuerza laboral de Estados Unidos. No es casualidad que desde 2004 la mayoría de los estadounidenses comenzó a contar a los encuestadores que ellos esperan que sus hijos estén peor -el mismo año en el que los saltos de productividad de Internet como combustible de la década de 1990 comenzaron a desaparecer.

La mayoría de los estadounidenses han sufrido de salarios indiferentes o en declive en los últimos 15 años más o menos. Hoy, el salario inicial de un graduado de la universidad es en términos reales muy por debajo de donde estaba en el 2000. Por primera vez, la próxima generación de los trabajadores de Estados Unidos será menos educada que el anterior, según la OCDE, lo que significa que es peor probablemente lo que está por venir. La semana pasada, un reporte de la productividad estadounidense confirmó eso.

También es posible que estemos en la cúspide de renacimiento -por el momento no lo vemos. El economista Robert Solow, bromeó: "Se puede ver la era de las computadoras en todos lados pero en las estadísticas de productividad". Eso fue en 1987. Pocos años después la era de las computadoras mostró grandes números. De la misma manera, podemos estar en la cúspide de cosechar los beneficios de la inteligencia artificial, la medicina personalizada o una serie de opciones. Esto se adaptaría mejor a nuestra propia febril imaginación. O podría ser una quimera.

Hasta entonces, Estados Unidos y la mayor parte de occidente atravesarán una profundización de la crisis de productividad. El slowdown tiene un efecto manifiesto y un remedio seductor. La primera, una reacción de amargura contra el business as usual, ya está sobre nosotros.

El ascenso de los testigos de Donald Trump. La mayoría de las curas propuestas para la angustia media americana son peores que la enfermedad. El cierre de la inmigración y la creación de barreras comerciales sería restar crecimiento a Estados Unidos. Del mismo modo, es difícil pensar en una pérdida grande de los recursos que otro recorte de impuestos para los mayores ingresos. Sin embargo, su popularidad está claramente alimentada por la frustración económica.

Una o dos de las ideas de Trump, como las fuertes inversiones en infraestructura en Estados Unidos, sería de gran ayuda. De hecho, en un momento como este, es casi un hecho -y un raro punto de acuerdo con Hillary Clinton. Las investigaciones muestran que una proporción creciente de crecimiento de Estados Unidos se crea en un pequeño número de centros urbanos, híper-conectados, como Los Ángeles y los corredores entre Boston y New York.

Pasos que unirá los boomlands urbanos de América para los grandes paramos económicos que los rodean, eso ayudaría a sostener un crecimiento más amplio. Tales proyectos llevarían tiempo para dar fruto.

Imaginen a Estados Unidos tomando los próximos diez años, lo que resulta mucho. Eso significaría una corrosión adicional en la infraestructura de Estados Unidos, relativo al descenso en la calidad de la educación pública, y la atrofia de las aptitudes de los empleados promedios continua.

También sería acelerar la ruptura de la mayoría de los enclaves dorados de América urbana, enriqueciendo aún más a las elites educadas. Podrían también, muy posiblemente, provocar la ruptura del orden democrático. Si cree que el ascenso de Trump es ominoso, la imagen de América después de una década será lo último. Lo que lleva a un remedio: el universal basic income. El UBI tiene varios puntos a favor. Cuenta con el apoyo de todo el espectro ideológico libertario y socialista por igual. Eso reemplazaría el solapamiento desordenado de hoy de los beneficios y acaba con la humillación de probar su elegibilidad para los burócratas federales.  Lo más importante de todo, sin embargo, compraría una medida de paz social. La estagnación de hoy puede ser temporal o permanente. No tenemos forma de saberlo. El sentido común dicta que debemos actuar como si estuviera aquí para quedarse.

Se prevé un descenso de la productividad en Estados Unidos por primera vez en más de tres décadas, elevando la posibilidad de estancamiento salarial persistente y el riesgo de una reacción populista. Un investigación realizada por el Conference Board, think tank estadounidenses, también muestra que la tasa de crecimiento de la productividad se deslizó detrás de tasas débiles en otras economías avanzadas, con un producto bruto interno por hora proyectada para caer un 0.2% este año.

Los datos más destacables tanto de la fragilidad de las perspectivas económicas mundiales y las presiones sobre los trabajadores blue-collar, que se han manifestado en un el mensaje anti-establishment de Donald Trump.

Janet Yellen, presidente de la Reserva Federal, ha puesto de relieve que los números decepcionantes de productividad es una de las razones del tibio aumento de los salarios en Estados Unidos. "El año pasado parecía que estábamos entrando en una crisis de productividad: ahora estamos justo en ella", dijo Bart van Ark, economista jefe del Conference Board. "Las empresas realmente necesitan invertir en serio en innovación. Ha llegado el momento para que las empresas se muevan en la agenda de la productividad para convertir esta historia".

A menos que aumente la tasa de crecimiento de la productividad, las economías avanzadas tendrán dificultades para elevar los niveles de vida y pagar por los costos de envejecimiento de sus poblaciones.

La Casa Blanca ha señalado que la disminución de la inversión puede haber arrastrado a la productividad y ha puesto de manifiesto una caída en el número de negocios start-ups. Las empresas han añadido 14.6 millones de puestos de trabajo de más de 74 meses consecutivos de crecimiento del empleo en Estados Unidos, pero la contratación robusta ha ido junto con los insípidos aumentos de producción. "Con el tiempo, los aumentos sostenidos de la productividad son necesarios para apoyar el aumento de los ingresos familiares", dijo Yellen en un discurso el año pasado, pidiendo una mayor inversión, la educación, la formación y la capacidad empresarial para invertir la tendencia.

La producción por persona, una medida alternativa de la productividad, creció sólo un 1,2% en todo el mundo en 2015, por debajo del 1,9% en 2014. El slowdown en la productividad china fue un gran driver, al igual que el crecimiento del producto más pobre en los países productores de materias primas en América Latina y África debido a la debilidad de los precios del petróleo y de la producción.

El crecimiento de la productividad en la zona euro, medida por el producto bruto interno por hora, está dispuesto a ser un débil 0.3%  y apenas mejor en Japón en el 0.4%. Sin embargo, Estados Unidos que parecía estar superando a otras economías avanzadas, es ahora cada vez más preocupado por el deterioro de su propio desempeño.